Alejandra Rangel / Deshonestidad e ideología

AutorAlejandra Rangel

La prueba ENLACE que se aplica en la primera semana de junio a nivel nacional, al menos en la mayoría de los estados gobernados por el SNTE, lleva a reflexionar sobre la efectividad real y los efectos perversos que esa evaluación genera por la simplicidad con la que se interpretan los resultados, además de la deshonestidad en su conducción, la masificación de una ideología educativa que ha demostrado no ser exitosa, y los límites que tienen las calificaciones y las consecuencias de quienes mediante ellas toman decisiones.

Al ingresar México en la OCDE en 1994, manifestó su interés en participar en el proyecto PISA mediante las evaluaciones educativas, cuyas pruebas empezaron a realizarse en el 2000.

Más tarde, la SEP desarrolló otros instrumentos evaluativos, creando la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), que se aplicó por vez primera en 2006 a los últimos grados de primaria y a los tres grados de secundaria.

El problema es que el Gobierno y ciertos grupos sociales han considerado a estas evaluaciones como un fin en sí mismas, generando niveles de competencia que distan mucho de responder a la calidad educativa, pues han empobrecido el currículo de los estudios y saberes por la necesidad de enseñar para las pruebas, descuidando otros aspectos en la formación de los estudiantes.

También se ha acabado el verdadero debate público en materia educativa, reduciendo los planteamientos a suposiciones muy discutibles, y sin considerar las condiciones sociales, económicas y culturales de cada escuela, alumnos, planes y programas.

Otro elemento presente es la ideología del pensamiento único que se impone con la adaptación de las disciplinas para controlar y unificar los conocimientos de los estudiantes y maestros, reduciéndolos a números, grados y estadísticas.

El mensaje es claro: lo esencial son los resultados inmediatos que muestran un supuesto éxito, pero no despiertan el deseo por el conocimiento y el saber.

Los criterios actuales para juzgar la educación en todos sus niveles se ubican en una visión de competencia y mercado donde se valoran la eficiencia y la vinculación con la economía y el dinero.

Se educa para conseguir un lugar en la empresa, ganar buen sueldo y escalar niveles sociales; se seleccionan los estudios en base a una concepción pragmática de la vida. Se acabó el ideal de formar ciudadanos conscientes de los derechos humanos, la democracia, la paz, el medio ambiente, el respeto a las culturas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR