Agoniza en pleno centro

AutorMaria Luisa Medellín

Una estrecha escalera de concreto lleva al segundo piso del Mercado Colón; en un pasillo angosto y oloroso a humedad, José María Charles, uno de los cuatro locatarios que quedan, de los 20 que había en esta área, prende la luz cuando oye que alguien se acerca.

El resto del tiempo permanece en penumbras en su negocio de artesanías.

"Es para economizar, porque las ventas están paralizadas. Me paso días sin que nadie compre nada".

El es una persona mayor con cierta solvencia después de una vida de comerciante, con hijos ya casados, y que como él dice, prefiere seguir haciendo algo, por poco que sea, en lugar de estar en casa o de buscar un empleo que sabe nadie le dará.

Alguna vez pensó cambiarse a algún centro comercial, pero cuando le dijeron los precios de las rentas, y que debía pagar mensualidades adelantadas, prefirió quedarse como estaba.

"En décadas pasadas venían a ofrecernos hasta 10 millones de pesos por 3 metros cuadrados y nadie aceptaba vender, así de bueno era el negocio en el Mercado Colón, pero la gente, sobre todo los más jóvenes, comenzaron a sacar sus mercancías entre 1984 y 1985. Nada más nos quedamos los viejos. Aquí está muerto, casi nadie viene", se lamenta.

Esto no es nuevo, doña Esperanza González viuda de Díaz, dueña de un restaurant de mariscos en la planta baja -donde hay unos 30 negocios abiertos-, dice que fue a finales de los 80 que las ventas se vinieron abajo, aunque fue un proceso lento que empezó años atrás.

En 1964, a 10 años de haberse construido, dos nuevos mercados se instalaron, encajonando al Colón.

Muchas personas creen que este mercado es todo el conjunto que se ubica entre Ocampo y Constitución, de Juárez hacia el poniente, pero no. El Mercado Colón es sólo la construcción al centro, la que el transeúnte no ve desde la calle.

El resto es el Mercado Constitución, que está sobre la avenida que lleva su nombre, y el Vicente Guerrero es el jacalón donde se expenden las comidas, justo al lado oeste.

Incluso el área de frutas, verduras, pájaros, flores y comidas que está frente a Ocampo pertenece a la Unión de Comerciantes del Puente San Luisito; ellos se colocaron ahí en la década de los 80.

Lejos están los días en que Ermenegildo Salazar Tamez, un octagenario de ojos tristes, no se daba abasto para atender a los clientes, por lo regular turistas, que tomaban el mercado como punto obligado de visita.

"En Semana Santa, en los meses de verano, y hasta en la temporada decembrina, teníamos mucho turista. Aquí venían también las amas de casa a surtir su mandado, y como todas las rutas urbanas pasaban por aquí+

"¿Ahora cómo van a venir?", pregunta don Ermenegildo, indignado...

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