Por una adopción sin prejuicios

AutorDalia Gutiérrez

Cuando se piensa en adoptar, muchos se idealizan con un bebé en perfectas condiciones de salud. Este deseo, aunque es válido, impide que muchos niños y niñas tengan la oportunidad de ser parte de una nueva familia.

Aunque el número de interesados en adoptar en Nuevo León es alto, las expectativas que tienen suelen ser distantes de la realidad: niños con pasados de violencia, con hermanos, en la adolescencia o con discapacidad.

"Sus expectativas es que sea un recién nacido, que no haya padecido ningún tipo de violencia, sobre todo la sexual, que no tengan discapacidades, que estén sanos completamente", señala Berenice Pinales, encargada de adopciones del DIF estatal.

"La población de nosotros no es así. Entonces, ellos pueden estar esperando en lista un tiempo prolongado de uno, dos, tres o cuatro años".

En el Estado hay alrededor de mil 500 niños albergados, distribuidos en Capullos, el Albergue Fabriles y en 39 casas hogar. Sólo 42 de ellos están en condiciones de ser adoptados y la lista de matrimonios solicitantes supera los 100.

Si bien los trámites de adopción son largos, resalta Pinales, una de las cosas que más retrasa el proceso es la falta de apertura que tienen las parejas al momento de definir las características del niño o niña que estarían dispuestos a acoger.

"Lo que escucho siempre en las motivaciones es 'tengo mucho amor para dar', 'tengo la solvencia económica', 'sé que puedo'", dice.

"¿Estás dispuesto a aceptar a un niño que haya venido de una situación con violencia sexual o mayor de 6 años?, ¿estás dispuesto a adoptar un niño con síndrome Down o con alguna discapacidad auditiva o visual?, y ahí es cuando se detienen".

COMPARTEN SU FELICIDAD

Cuando Verónica Loera y Alfredo Lozano decidieron que querían adoptar, tenían claro que estarían dispuestos a abrir las puertas de su hogar a hermanos o niños con alguna discapacidad.

Hoy son papás de Tatis, una pequeña de 7 años con ceguera y problemas en el corazón, y de su hermano Amadeus, de 13 años.

"Nosotros planteamos que estábamos abiertos a hermanitos y a niños con alguna discapacidad", cuenta Verónica. "En ese momento nos dijeron que había una niña que había estado ahí desde los tres meses de nacida y tenía discapacidad visual".

Ellos querían compartir su vida con alguien que no había tenido la oportunidad de crecer en una familia.

"Teníamos una vida muy plena, la verdad", dice Verónica. "Como estábamos muy contentos, realmente queríamos compartir nuestra felicidad con...

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