Adolfo Aguilar Zinser/ La ONU: presente y aspiración

AutorAdolfo Aguilar Zinser

El debate sobre la cuestión de Iraq en Naciones Unidas culminó de manera anticlimática. Durante meses, todas las miradas del mundo estuvieron puestas en el Consejo de Seguridad. Este órgano colectivo creado por la Carta de San Francisco para velar por la paz y la seguridad del Planeta -hasta hace poco, prácticamente desconocido por la opinión pública mundial-, fue el epicentro del que no dejaron, día y noche, de salir los principales despachos informativos de todos los medios masivos de comunicación del mundo.

El miércoles, al concluir en la imponente sala del Consejo la quinta reunión de ministros de Relaciones Exteriores sobre el tema -a la que ya sólo asistieron los ministros de cinco de los 15 países miembros-, los reflectores se apagaron, la prensa se retiró y los pasillos de la ONU recobraron su habitual ritmo parsimonioso.

El Consejo de Seguridad en especial y las Naciones Unidas en general quedaron suspendidas en una especie de limbo político y diplomático. Mientras los vientos huracanados de la guerra soplan con toda su fuerza y las miradas voltean ansiosas a los televisores que dan cuenta de los combates en Iraq, brota la interrogante: ¿Falló la ONU? ¿Sobrevivirá?

Desde los dos polos del debate internacional en torno a la guerra en Iraq, el juicio respecto al papel de Naciones Unidas es severo, incluso lapidario. Para los partidarios del proyecto de resolución que pedía al Consejo de Seguridad autorización para hacer uso de la fuerza, alegando que el desarme pacífico y voluntario de Iraq había fallado y que las inspecciones eran ya inútiles, Naciones Unidas fracasó; el Consejo de Seguridad, dicen, "no estuvo a la altura de sus responsabilidades".

En el otro extremo, quienes han defendido la postura de que la guerra no se justifica y que la oportunidad del desarme pacífico de Iraq, vía las inspecciones, no estaba perdida, el Consejo también falló porque no pudo evitar la guerra; según ellos, lo despojaron de su potestad exclusiva para autorizar el uso de la fuerza, lo rebasaron por la vía unilateral. Ambos juicios llegan por dos vertientes opuestas a la misma conclusión: el Consejo de Seguridad perdió autoridad y cayó en la irrelevancia.

Se trata en uno y otro caso de reacciones apresuradas, epítetos superficiales lanzados al calor de uno de los debates más intensos que haya vivido las Naciones Unidas en toda su historia. Ubicado en la perspectiva desde la cual me ha tocado participar y observar este debate, constato lo contrario...

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