¿Te acuerdas de tus monitos?

AutorHugo Malacara

Pobres nuestras madres lidiando con la suciedad y el sudor en manteles, toallas o cualquier trapo que nos servía para emular el turbante de Kalimán. "Chanclizas" a la orden del día. Y precisamente, al día siguiente, la misma historia.

Eran otros tiempos, decimos ahora. "Hoy los niños ansían ser youtubers; ayer, queríamos salvar el mundo". Hoy, quieren ser héroes Marvel y adquirir un poder salido de la nada o por una casualidad; en esos entonces era vencer al enemigo a puros golpes de introspección porque no en balde "quien domina la mente, lo domina todo".

Imaginación desbordada o simpáticos y entrañables retratos de nuestra cotidianeidad. Ahí estaban en un rincón de muchos hogares las grandes torres de revistas "de monitos".

Entre una involuntaria irresponsabilidad paterna, o de hermanos mayores, de exponernos a la omnipresente Alarma!, la canasta básica de lectura la complementaron cantidades industriales de los hoy llamados cómics.

En muchas familias se estableció el sagrado ritual de respetar una única jerarquía: Quien compra, lee primero. Obvio, siempre era el padre o hermanos mayores que ya trabajaban y tenían la capacidad de compra.

Entonces se hacían las filas sucesivas de mayor a menor edad. Pero el paquete sabatino era retenido por el primer lector y no se soltaba una sola revista hasta no haber sido concluida su lectura. Mal asunto si se pertenecía a una familia de ocho hermanos.

Y aún así, eran precisamente "serenidad y paciencia" que nos enseñaba Kalimán las que nos permitan permanecer en la graciosa y ridícula fila de espera pues, quien se pierde de vista, pierde su revista.

CON IMPRESIONANTES TIRAJES de hasta medio millón de ejemplares -desde mediados de los años 30 hasta finales de los 80- las revistas de monitos llegaron a constituir hasta el 80 por ciento de las publicaciones diarias y a aglomerar a más del 60 por ciento de toda la lectura de los mexicanos.

Las revistas precursoras Paquín, Chamaco, Paquito y Pepín fueron las que comienzan a independizarse de la prensa para presentarse en los formatos de revista que conocemos hasta ahora, abriendo sus espacios a las creaciones hechas en México.

Enfrentando las primeras batallas, autores como Germán Butze, Gaspar Bolaños y José G. Cruz allanan camino y abren el campo para que en 1949 la recién nacida Editorial Novaro lance interesantes títulos: Vidas Ejemplares, que narra la vida de varios santos católicos, y Tesoro de Cuentos Clásicos, título del cual, de uno de sus...

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