La jefa de Iguala

AutorBenito Jiménez y Jesús Guerrero

Omnipresente. Anuncios del informe de María de los Ángeles Pineda fueron colocados por todo Iguala antes del 26 de septiembre. El miércoles, uno de ellos fue quemado por manifestantes que exigían justicia para los normalistas de Ayotzinapa.

IGUALA.- La voz autoritaria de María de los Ángeles Pineda Villa cimbró a los funcionarios municipales.

"¡A ver, quiero de inmediato los números del celular de cada uno de los reporteros!", ordenó la esposa del Presidente Municipal de Iguala, José Luis Abarca.

Eso ocurrió durante una conferencia de prensa que el ahora Edil prófugo ofreció el 4 de junio pasado luego de que normalistas de Ayotzinapa y militantes de la Unidad Popular (UP) realizaron destrozos en el Ayuntamiento en el aniversario del asesinato de Arturo Hernández Cardona y de dos personas más.

Uno de los funcionarios del Ayuntamiento señaló que ése era el carácter de la señora, quien casi siempre imponía sus decisiones, a veces sobre las de su esposo.

Y es que la Primera Dama municipal incrementó su poder en Iguala al margen de su propio cónyuge.

Encontró cobijo en sus hermanos Alberto, Mario -sicarios de Arturo Beltrán Leyva abatidos en 2009- y Salomón, líderes de la organización criminal Guerreros Unidos, quienes asentaron sus reales en Iguala desde 2011.

Ese grupo criminal, Abarca y su esposa, así como policías municipales de Iguala y Cocula, figuran como los principales responsables de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre pasado.

'MUÉVETE, MAMITA'

En el Palacio Municipal de Iguala, la oficina de Pineda como titular del DIF tenía las mismas dimensiones que la de su esposo. Incluía tres secretarias y dos ayudantes, pues además de su agenda propia, también tenía injerencia en las actividades de su marido.

También era uno de los principales enlaces con el Gobernador Ángel Aguirre, aseguraron los burócratas de Iguala.

"Ella siempre quería estar en todos los actos públicos del señor (Abarca), era estricta, puntual; no sonreía tanto como en las fotografías, era más rígida, de mano dura, los eventos de su marido también eran los eventos de ella", recordó una empleada del Ayuntamiento.

"Muévete, mamita" y "¿chinga, pues qué no tiene manos?", eran parte de sus expresiones para dirigirse a subalternos.

Dos burócratas la recuerdan por su perfume, sus aretes grandes de oro, su maquillaje bien marcado y su cabello rubio acicalado.

Días antes del 26 de septiembre, el Ayuntamiento empezó a distribuir las invitaciones para...

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