Juan Villoro / Matar maestros

AutorJuan Villoro

La carretera Acapulco-Zihuatanejo bordea un litoral de embrujo. En 1959, en ese lugar idílico aparecieron los cadáveres de dos campesinos que iniciaban un movimiento social, Isabel Durán y Roberto Bello Serna. Fueron asesinados por órdenes de un cacique emparentado con el Gobernador Raúl Caballero Aburto. No se detuvo a los homicidas.

Ese mismo año, la Reseña Mundial de Cine se celebró por vez primera en Acapulco. Mientras las cámaras disparaban para retratar a James Stewart, agricultores rebeldes eran acribillados no lejos de ahí.

Desde hace más de medio siglo el Estado de Guerrero ha ofrecido los placeres del jardín del Edén y los ultrajes discrecionales del infierno. No es casual que una de las peores matanzas de la región haya ocurrido en un pueblo que parece imaginado por Dante: El Paraíso.

Los asesinatos de Isabel Durán y Roberto Bello Serna pertenecen a una extensa trama documentada en los imprescindibles libros de Laura Castellanos ("México Armado") y Luis Hernández Navarro ("Hermanos en Armas").

Durante décadas, el Gobierno local ha ejercido la represión y apoyado a los caciques, los crímenes han quedado impunes y los narcotraficantes han ganado ascendencia hasta desafiar a la soberanía.

Pero lo más significativo es que la inseguridad y la injusticia han sido impugnadas por organizaciones populares. Guerrero ha sido la tierra del oprobio, pero también de la resistencia.

En 1960 Excélsior publicó un desplegado en el que varias organizaciones exigían la destitución del Gobernador Raúl Caballero Aburto. Ahí figuraban los alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa, liderados por Lucio Cabañas. Desde entonces, los normalistas no han dejado de luchar.

Dos maestros, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, buscaron un cauce legal para el descontento, fundaron asociaciones civiles, enfrentaron la intransigencia gubernamental y escogieron la lucha armada como última salida ante una realidad donde las demandas han sido contestadas con masacres (Iguala en 1962, Atoyac en 1967, Aguas Blancas en 1995, Ayotzinapa en 2014).

En los años 60 del siglo pasado el analfabetismo alcanzaba en Guerrero el 62.1 por ciento. En esa década, Vázquez y Cabañas descubrieron que no podían enseñar a leer a alumnos que no podían vivir. Del aula pasaron a la sierra. Sus luchas armadas fueron relevadas por otras y recibieron la salvaje respuesta de la "guerra sucia".

Aunque los tizones de esa hoguera no han dejado de arder, el Gobierno procuró ignorarlos: "El PRI creyó que...

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