Juan Villoro / Federico

AutorJuan Villoro

Hay escritores que desearían ser los únicos en el mundo o, en todo caso, estar acompañados de difuntos de prestigio. Otros, más escasos, aceptan tener colegas. Federico Campbell (1941-2014) perteneció a la selecta minoría de quienes disfrutan como propio el talento ajeno.

A mediados de los años 70 se hizo cargo de la revista MD, destinada a divulgar novedades de medicina. Por primera vez tenía un salario digno de mención y decidió usarlo para apoyar a escritores menos favorecidos. Así surgió "La Máquina de Escribir", colección de cuadernos que dio a conocer a David Huerta, Evodio Escalante, Coral Bracho, Carmen Boullosa, Antonio Deltoro, Eduardo Hurtado, Carlos Chimal, Rafael Vargas, Bruce Swansey, Alberto Blanco, Adolfo Castañón, Ricardo Yáñez y muchos otros.

En 1978, a los 21 años, publiqué en esa serie "El Mariscal de Campo", reunión de tres cuentos. No conocía a Federico ni teníamos amigos comunes. Él leyó un texto mío en un periódico, se tomó el trabajo de buscarme y pagó la edición de mis cuentos.

Antes del correo electrónico, el aspirante a escritor hacía antesala en las redacciones, donde se graduaba en rechazos. Es difícil saber cuántos de nosotros habríamos renunciado a publicar de no haber sido por Federico.

Su interés por la escritura ajena se extendió a la traducción (el teatro le debe magníficas versiones de David Mamet y Harold Pinter), la reflexión ensayística (fue el gran conocedor del novelista siciliano Leonardo Sciascia) y la entrevista entendida como forma del arte.

En los últimos años del franquismo vivió en Barcelona y detectó a los autores que poco después protagonizarían la literatura de la transición. El resultado fue "Infame Turba", libro de diálogos que hace mancuerna con "Conversaciones con Escritores". En ambos volúmenes Campbell extrae respuestas que mejoran a los autores.

José Agustín señaló que sólo al conocer a Campbell supo que la entrevista era un género literario (se refería a la conversación que sostuvieron poco después de su excarcelación de Lecumberri y que la revista Piedra Rodante publicó bajo el título de "José Agustín salió del tambo").

Desde que José Carreño Carlón le publicó un texto en una revista hecha en un garaje de Hermosillo, Campbell se convenció de que editar es un heroísmo que depende de complicidades. Luego de publicar a decenas de autores en "La Máquina de Escribir", decidió que Carlos Chimal y yo nos hiciéramos cargo de la tarea. Abrió ese espacio singular y se lo regaló a sus...

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