DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Letreros de orden y desorden

AutorCatón

La suegra de Capronio le reclamó muy enojada: "-¿Usted le dijo a la vecina que soy una bruja?". "-Le juro que no, suegrita -respondió el majadero-. Quién sabe cómo lo descubriría"... Babalucas le preguntó a un señor: "-¿Qué autobús debo tomar para ir al centro?". "-El número 32" -le informó el interrogado. Horas después volvió a pasar el señor, y vio todavía ahí a Babalucas. Le preguntó, asombrado: "-¿Aún está esperando el autobús?". "-Sí -contestó el badulaque-. Hasta ahora nada más han pasado 25"... Don Poseidón salió de su oficina, y cuando regresó por la tarde notó que todos lo estaban esperando ansiosamente. "-Eso demuestra -le dijo a su secretaria-, lo indispensable que soy". "-No, jefe -respondió ella-. Lo que sucede es que se llevó usted las llaves de los baños"... La mujer de don Hamponio le pidió a su marido 100 mil pesos. Le dijo el gángster: "-Ahora está abierto el banco, pero cuando cierre iré a traerte el dinero"... "-No hagas esperar demasiado a tus pacientes -le recomendó la esposa del médico a su marido-. Recuerda que el tiempo todo lo cura"... El señor Tapio le contó a un amigo: "-Acabo de comprarme un aparato para la sordera. Es el mejor que hay en el mercado". Le preguntó el otro: "-¿Cuánto te costó?". Respondió el señor Tapio viendo su reloj: "-Un cuarto para las 2"... Madanita, muchacha con bastante sobrepeso, oyó decir que el cuerpo humano contiene aproximadamente un 57 por ciento de agua. "-Magnífica noticia -se alegró-. Eso quiere decir que no estoy gorda: simplemente estoy inundada"... ¡Alto ahí, columnista! Noto que estás narrando sólo chistes blancos, o sea sin chiste. ¿Por qué lo haces? Porque al final viene uno que roza los últimos extremos de la sicalipsis, y es necesario equilibrar las cosas. Leyó ese desaforado cuento doña Tebaida Tridua, censora de la pública moral, e ipso facto fue acometida por un ataque de piturriaca que ningún placativo pudo atemperar, y que en tres días la dejó en los huesos. ¡Infeliz dama! ¿De dónde sacará fuerzas ahora para imponer su visión del mundo a los demás, tarea que los moralistas cumplen con ferocidad? Yo le deseo pronta recuperación, pero aprovecho su oportuna ausencia para dar a...

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