¿Qué tanto es suficiente?

AutorJessica Castañeda

Con las pesadas mochilas guardadas en un rincón del clóset, los niños están felices, pero como se supone que todavía tienen tiempo libre antes de volver a clases, resulta que estos días toman cursos de inglés, matemáticas, computación, natación, karate, barro, pintura... y la lista puede ser interminable.

¿Podrán en realidad descansar los niños con tantas clases y cursos después de un año cargado de actividades?

"Los niños son incansables", asegura Carlos Díaz Esparza, catedrático del departamento de psicología de la Universidad de Monterrey, "el niño no se va a agotar o morir porque trabajó cursos de verano sino que aprenderá a crecer, a esforzarse, a ser más trabajador y a no andar con pretextos para no ir a trabajar".

Sin embargo, a pesar que los pequeños tienen pila para rato, algunos podrían pensar que reciben una dosis extra de actividad demasiado pesada para sus hombros.

"Actualmente los papás de los niños tienen activitis, los inscriben en una actividad tras otra, por eso los niños están muy poco acostumbrados a estar con ellos mismos", comenta Esther Treviño de Castillo, orientadora familiar y pedagoga.

El problema es que si están en algún curso o viendo la tele, jugando videojuegos, hablando por teléfono o en la computadora, para la especialista el problema es que los niños no tengan tiempo de no hacer nada.

Y esta "no actividad" no debe entenderse como que las vacaciones son para desarrollar la flojera y utilizar toda la tarde sólo para ver la televisión o despertarse a las 12 del día todas las mañanas.

"La flojera no son vacaciones", recalca Díaz Esparza, "el ocio es algo sano, sería no hacer nada entre comillas, pero en realidad es un cambio de actividad, es hacer algo que de alguna manera me ayude a cambiar de actividad para relajarme o reponer energías".

Sentarse a escuchar música, ver en la tele algún programa o una película de la que se saque algún provecho, el arte, aprender otro idioma o hacer un deporte son buenas formas de utilizar positivamente el ocio.

Una característica de una buena actividad es que el niño obtenga de ella una ganancia.

Por ejemplo, conocer algo que desconocía, divertirse o hacer amigos.

"Hay que ofrecerle al niño la oportunidad de ocupar su tiempo en actividades productivas y al mismo tiempo alejándolo de lo que no sería benéfico para él", dice Gerardo de Jesús Mendoza, coordinador de proyectos interinstitucionales de la Secretaria de Educación, "proponemos que el niño reciba educación artística y...

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