¡No tienen remedio!

AutorReynaldo Márquez

Cuando se dio la tormenta en el futbol mexicano protagonizada por Felipe Ramos Rizo y el dirigente de los árbitros Edgardo Codesal, la decisión salomónica fue echar a la calle a ambos personajes.

Nunca se pudo probar la aseveración de Codesal de que Ramos Rizo habría conspirado para derribarlo de la presidencia de la Comisión de Arbitraje, pero finalmente una grabación sí fue determinante para que Ramos Rizo se fuera por la puerta de atrás.

En ella, usted lo recuerda, Ramos Rizo aceptaba no haber querido expulsar al capitán del Morelia, Darío Franco, en el partido de ida de la Final entre Monterrey y Morelia del Clausura 2003. Codesal igual fue obligado a irse por la puerta de atrás, tras firmar una renuncia... que le pidieron de la FMF.

Con eso se pensaba que podría arreglarse el problema, pero no fue así. Ni Ramos Rizo ni Codesal son quienes están arbitrando los partidos de la Liguilla en donde la mayoría de los trabajos arbitrales han tenido deficiencias por la forma cómo aplican o dejan de aplicar el reglamento de juego.

A manera de solución temporal fue puesto en el cargo Arturo Yamasaki Maldonado, pero -lo dijimos en su momento cuando llegó al cargo- éste no tiene la energía suficiente para meter en cintura a los árbitros que continúan igual o peor en su desempeño.

Ahora les ha dado por transformar, con las actuaciones tan proteccionistas de los árbitros, un juego de contacto entre hombres-atletas, en un deporte de niñas donde cualquier rozón, cualquier caída o choque la señalan como falta y los futbolistas se tiran en todas y fingen dolor porque saben que se las marcarán a favor.

La corte de asesores/visores que tiene Yamasaki no ayuda mucho pues la integran elementos como Enrique Mendoza Guillén, Alfredo Gasso Pérez (padre de Jorge Eduardo), Antonio Marrufo y Carlos González Iribarren y aunque tienen suficiente experiencia, no parecen tener material moldeable para "hacer" buenos jueces.

De los cuatro, sólo Mendoza Guillén fue un árbitro excepcional; los demás, ahí anduvieron.

La moda impuesta ahora, sobre todo en la Liguilla, es arbitrar a base de tarjetazos. Es posible que estén ofreciendo premios a los que "desenfunden" más rápido y hasta ahora nadie le gana a Marco Rodríguez, quien se tardó 20 segundos en el Pachuca- Atlante de la Semifinal, en mostrar dos tarjetas amarillas, mantener ésa tónica unos minutos y luego dejar de sancionar con el mismo criterio algunas faltas tan o más fuertes que las primeras.

Extrañamente Paul...

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