Sugerencias del Gourmet/ Excepto la espera, todo pinta bien

AutorG.L. Othón

Que quede bien claro: la cocina del chef Thierry Blouet es extraordinaria, toda una obra de arte. Pero la experiencia de saborearla en Monterrey no es precisamente deliciosa.

Todo inicia prometedoramente bien. El restaurante del Hotel Quinta Real, donde Blouet, el chef del famoso Café des Artistes de Puerto Vallarta, está como invitado desde ayer y hasta el 22 de este mes, lo recibe a uno con amabilidad y un menú que ofrece un verdadero agasajo al paladar. Lo único que no advierte es que para saborearlo se necesita literalmente un día libre.

Un grupo de amigos nos aventuramos a probar la cocina de Blouet para darle la bienvenida a Monterrey. Pedimos refrescos, nos pusieron en la mesa una canasta de delicioso pan y nos tomaron la orden.

No teníamos ni 10 minutos de haber llegado y todo pintaba bien. Como no veíamos ningún platillo en el camino, nos acabamos la canasta de pan, también los refrescos. Los minutos pasaban y nada cambiaba, así que optamos por pedir más refrescos y nos llevaron más pan, pero de los platillos nada.

Más o menos a la media hora nos llevaron un breve, pero delicioso coctel de frutas a base de perlas de melón de ambos tipos, con licor y hierbabuena rallada, cortesía de la casa.

Nuevamente la espera.

No parecía tan complicado lo que habíamos solicitado. Una ensalada de sashimi de atún, envuelto en ajonjolí con aceite de mostaza a la esencia de chiles, emulsión de coco y limón, servida con espuma de wasabi (115 pesos), y dos cocteles de gazpacho al achiote con crema de aguacate y caviar (70 pesos cada uno). Sensacionales ambos. La mezcla de sabores y texturas es única y deliciosa.

Uno de mis amigos se aventó a pedir el menú de degustación, que consta de siete platillos (715 pesos por persona), pensando que le iba a ir mejor que a los demás, pero le tocó "bailar con la más fea", porque se "brincaron" un platillo y, sin disculpa de por medio, todavía tuvieron la genial ocurrencia de ofrecérselo después del postre. Francamente es como para dar coraje, ¿no?

Pero volvamos al primer tiempo. Ante el primer reclamo por la tardanza, se nos informó que era el primer día del chef en Monterrey y que, dado el carácter artístico de los platillos, había que ser pacientes. Claro, uno no se imagina a la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci pintada en una sola tarde, pero tampoco se visualiza uno comiéndose un cuadro al óleo.

Pasaron casi 45 minutos y dos reclamos más antes de que el plato fuerte llegara a la mesa. La disculpa fue que las...

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