Sugerencias del Gourmet/ No bastan buenas intenciones

AutorG.L. Othón

Seguimos con la mala racha en terreno y ubicación. Por ahí decíamos que a veces los lugares están salados sin ninguna razón en particular, o simplemente tienen alguna incomodidad que molesta al cliente, y como si todos se pusieran de acuerdo, les hacen la ley del hielo.

De un tiempo para acá vi que entre el cruce de Jamaica y la esquina en Enrique C. Livas, enfrente de un Seven Eleven, cambiaron tres veces de restaurante y giro gastronómico sin darnos tiempo para razonarlo.

El restaurante Las Diligencias permaneció en esa esquina por algunos años. A tiro y tirón trataron de mantenerlo lo más que pudieron, ya fuera con promociones de paquetes de carne asada, servicios a domicilio o barbacoa los domingos, dado que tenía un giro de carnes asadas.

Entre que se empezó a ver más desolado que nunca, pues de por sí casi siempre lucía desierto, de repente, apareció otra manta que cubría la pared externa para anunciar combos de filetes empanizados o cocteles de camarones, todo lo que ofrece la cocina del mar.

Del nombre ni me acuerdo de tan poquito que duró. La idea era buena porque esa zona está virgen en cuanto a mariscos, pero después del pisa y corre pensé que esa esquinita tenía un pequeño maleficio.

Actualmente llegaron otros dueños, aún más llamativos, que pusieron unas letras grandes con el nombre de Emperador, pintaron el local de un color amarillo pollo y un escudo llamativo en la puerta de entrada que dice Aramburu que al parecer es de origen español y representa su escudo familiar.

Ese día estaban un poco desorganizados. No había menú, apenas estaban barriendo, ya pasaba de la una de la tarde y no se veían meseros.

Eso sí, nos llamó la atención la decoración estilo romántico, con una botella de vino tinto enmedio y mesas bien vestiditas, pero no había atención.

Luego, muy apenados, nos dijeron que carecían de cartas, porque apenas les estaban sacando copias, pero que nos ofrecían tal y cual platillo.

La verdad es que te quitan la inspiración y nos fuimos, comprendiendo que todavía no estaban instalados.

Pasaron unos días y llegamos a los tacos mañaneros que ofrecen al lado de su cocina de grandes ventanales, de donde se pueden apreciar sartenes y cocineros a metros de distancia, es decir, aunque pases en automóvil, pero que refleja limpieza y orden.

Ahí mismo improvisaron una parrilla y traen de la cocina del restaurante, que a esa hora no funciona, los guisos.

Quien atiende este rinconcito taquero es el hijo del dueño, y entre que recibe...

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