Jesús Silva-Herzog Márquez / Biografía y miseria política

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Es penoso lo que las figuras políticas han hecho de sus biografías, pero es más penoso lo que esas biografías han hecho de la política mexicana. Ahí está el caso deplorable -y triste, me atrevo a decir- de Arturo Núñez, un reformista sensato y experimentado, curtido en el proceso de cambio electoral; un hombre que era interlocutor válido para todas las fuerzas políticas y que quemó su respetabilidad en los fuegos del resentimiento.

Que Núñez haya renunciado al PRI para protestar por la candidatura de su entrañable enemigo es entendible y aún plausible. Bien hizo en salirse de un partido que postulaba a quien no le merecía respeto. Es un acto de congruencia abandonar un barco conducido por un truhán. Tampoco me parece criticable que haya aceptado la oferta de un partido al que antes había criticado. Es comprensible que quien renunciaba a un partido, ejerciera su derecho de seguir militando en política. La libertad supone ese derecho de cambiar de opinión y de trinchera.

Ciertamente, habría sido bueno que el político expusiera públicamente sus razones para aceptar la invitación de quienes tildó de empresarios de la reclamación. En silencio cambió de camiseta y aceptó disciplinadamente el obsequio de una candidatura. Lo que resulta más que cuestionable es la cadena de silencios posteriores.

Nada dijo Arturo Núñez frente a la mentira del caudillo perredista de que había sido víctima de un robo electoral. Pocos como él podían aquilatar la dimensión del fraude de López Obrador al llamarse "Presidente legítimo". Pocos como él podían calibrar la demencia de embestir contra las instituciones que no son instrumentos de unos, sino el domicilio de todos. Y en sus silencios, Arturo Núñez se volvió cómplice de la peor agresión contra el pluralismo mexicano desde que Vicente Fox quiso eliminar a su adversario empleando los instrumentos del Estado.

Son tiempos para la política mezquina. Tiempos de infamia y decepción. Quien ayudó a construir las instituciones de la democracia mexicana miró callado cómo su nuevo padrino pretendía dinamitarlas. Nada dijo Arturo Núñez de las mentiras, las incongruencias, las invenciones de López Obrador tras la votación. Nada dijo de las convocatorias a la ruptura institucional. Nada dijo de la invitación del cacique a mandar al infierno a las instituciones. Nada dijo del intento de romper la continuidad republicana el 1 de diciembre del 2006. Nada dijo frente a ese abierto propósito de dar, desde el Congreso, un golpe de...

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