Sergio Aguayo / Cinco marchas

AutorSergio Aguayo

El 8 mayo en el Distrito Federal habrá otra marcha contra la violencia. En apariencia similar, en el fondo es diferente a expresiones previas de inconformidad.

La capital, corazón de la transición, es territorio propicio para la "sociedad civil", ese conjunto de personas y organizaciones autónomas de los partidos que despiertan tirrias y alabanzas. En 1968 el grueso del estudiantado y una parte del profesorado increparon a la violencia estatal. En enero de 1994 los organismos civiles convocaron a una multitud para demandar una salida pacífica a los enfrentamientos en Chiapas. En 2004 y 2008 se rechazó la incapacidad estatal para defender a la sociedad.

En la respuesta oficial se aprecia cuánto se ha reducido el poder del Estado y cómo ha cambiado la actitud social. La de 1968 fue ahogada en sangre por Gustavo Díaz Ordaz. En 1994 Carlos Salinas de Gortari respondió decretando una tregua todavía vigente. Ahí nacieron las reformas electorales de 1977 y 1996 que han traído fortuna sin gloria a las dirigencias de los partidos políticos. Las tres de este siglo (2004, 2008 y mayo de 2011) han sido convocadas por víctimas de una inseguridad que nos devora.

Hay más que decir. En 2004 y 2008 el Gobierno federal respondió con rapidez. Vicente Fox desenfundó la lengua y prometió un programa de emergencia de 10 puntos. Después de la movilización del 30 de agosto de 2008 (Iluminemos México) hubo un encuentro oficial con las dirigencias de las organizaciones convocantes y Felipe Calderón repitió, en esencia, lo dicho por Fox. De poco sirvió que las dos movilizaciones fueran tachadas de conservadoras.

La del 8 de mayo es diferente porque, para empezar, su impulso principal viene de la banda izquierda y porque en los últimos tres años se ha modificado radicalmente la realidad y la percepción. Después de que en 2008 se disparó la violencia vino una reacción social digna de ser bosquejada.

Hay huecos, es cierto, pero es notable el avance en el conocimiento logrado en universidades y centros de investigación y los medios impresos también han hecho contribuciones notables. El agregado de cifras y opiniones provoca acuerdos en torno a dos realidades: la sociedad está desprotegida porque el Estado mexicano ya no es ogro todopoderoso, sino anciano achacoso y, simultáneamente, hay un esfuerzo serio por entender y definirse frente al "otro", ese poder fáctico que decide en las sombras quiénes viven y mueren. No hay acuerdo sobre cómo reaccionar.

El 2010 fue un...

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