Rulfo + Gabo + Garfias: 200 años de soledad

¿Qué hay más solitario que buscar a un padre entre fantasmas, escribir de una estirpe devastada por la enfermedad, la mala fortuna y la pasión, o perder una guerra y dejar el país en que se nació? Y sin embargo, de las páginas de soledad de Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y Pedro Garfias emerge una luz incuestionable: la de la alta literatura. Tres autores escriben acerca de sus predecesores.

100 AÑOS DEL NACIMIENTO DE JUAN RULFO

LA GRAN FUERZA GRAVITACIONAL

Eduardo Antonio Parra

Más allá de las polémicas, las puestas al día y las constantes revaloraciones de la obra de los principales escritores mexicanos, es seguro que por lo menos a lo largo de este año 2017 nadie pondrá en duda que tanto la única novela como el único libro de cuentos de Juan Rulfo se sitúan en el centro exacto del canon narrativo nacional. Ésa es una de las grandes ventajas de la celebración de los centenarios de ciertos autores. Otra es el acercamiento a la obra de éstos por parte de multitudes de lectores ávidos.

Se podría argumentar sobre estas aseveraciones que Juan Rulfo ha sido considerado el centro de nuestra narrativa desde hace muchos años y que sus libros son de los más leídos en el país, y que, por lo tanto, ponerlo en duda es casi una blasfemia. Pero no hay que olvidar que la mayor parte de los ejemplares de Pedro Páramo y El llano en llamas que se venden año con año son adquiridos por estudiantes de bachillerato, es decir, se trata de lecturas obligatorias, lo que da como resultado que en realidad no se lean, o que se lean tan sólo para obtener una calificación, y que simplemente no se entiendan ni se disfruten. Y es de suponer que este 2017, por el contrario, quienes se acerquen a ambos títulos serán lectores verdaderos, curiosos, acostumbrados a sumergirse en los libros con pasión genuina. En lo que respecta al reconocimiento del autor como nuestra cumbre narrativa más alta, ha habido momentos en las últimas décadas en que algunos escritores, sobre todo jóvenes, lo han puesto en duda aunque no se atrevan a dejarlo por escrito ni a expresar sus opiniones en público.

Hace alrededor de un cuarto de siglo, por ejemplo, cuando la generación a que pertenezco hacía su debut en la literatura, varios escritores emergentes aseguraban no querer saber nada sobre la obra de Rulfo. Decían que ya chole con historias de rancheritos y de conflictos provincianos; que sí, que se trataba de libros importantes, pero que lo de hoy era otro tipo de escritura, una más cosmopolita, más urbana, más contemporánea. Algunos incluso aseguraban que Rulfo ya estaba superado. ¿Por quién?, preguntaba yo un tanto ofendido por considerarme provinciano, y recibía como respuesta un silencio molesto, o si acaso el nombre de algún autor europeo o estadounidense de moda entonces, nunca un mexicano. Tales opiniones se transformaron conforme pasaban los años y quienes las emitían se iban haciendo más visibles en el panorama de las letras del país, al grado de que al recordárselas reviraban: Yo jamás dije eso, debes estar confundiéndome con alguien más, cómo iba a opinar yo semejante barrabasada. Al hacerlo, me dejaban reflexionando en los porqués. Ahora pienso que el origen de aquella actitud tenía que ver con las posturas naturales de la juventud en cualquier campo, que la llevan a tratar de desembarazarse, no de los modelos, sino de los símbolos establecidos, pesados, esos que desparraman demasiada sombra a su alrededor. Como Juan Rulfo en el ámbito de las letras.

La influencia de Pedro Páramo y El llano en llamas es inevitable para quien se dedique a escribir en México. Tanto si uno se siente identificado con la temática o la estética de ambos títulos como si no, la calidad alcanzada por...

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