Rosaura Barahona/ El consorcio católico

AutorRosaura Barahona

La religión es un invento del hombre. Un buen invento, si usted gusta, pero invento al fin y al cabo. Es decir, el ser humano no nace religioso. Se vuelve religioso conforme crece. Y su religión (creer en algo superior como origen y fin de todas las cosas) va de acuerdo a la época en la cual se vive, a los conocimientos que se posea en ese momento, a la inteligencia de la persona y a la capacidad lingüística que permita plantear el cuerpo de ideas a diversos niveles.

El tema de la religión es amplio y complejo porque rebasa el límite de lo estrictamente religioso. Se puede estudiar desde diferentes perspectivas. Desde lo filosófico, busca analizar su significado dentro del proceso de búsqueda del ser humano; desde lo histórico, determinar cómo surge y se desarrolla en diferentes pueblos, tiempos y espacios; desde lo psicológico, entender cómo los principios y las manifestaciones religiosas nos afectan; desde lo sociocultural, ver cómo influye en la formación de la moral de un pueblo, de sus leyes, de su cultura y de su vida comunal; desde lo filológico, explicar los errores de escritura, traducción e interpretación de las Escrituras y cómo éstos han provocado diversas posiciones, algunas de ellas antagónicas.

Puede estudiarse también, por supuesto, desde lo teológico, es decir, interpretar el fenómeno religioso como una revelación sobrenatural vinculada a las llamadas Sagradas Escrituras, a la fe y a la Iglesia.

Todas las religiones son válidas y respetables. Cualquier libro sobre historia de la religión da ejemplos de religiones hoy consideradas como primitivas pero que, en su momento, no lo fueron. Eso que suena tan evidente y obvio, no lo es cuando usted oye hablar a algunos fanáticos (de cualquier religión) que dan por descontado el error en que se encuentran todos aquellos que no han creído o no creen en lo mismo que ellos.

Por desgracia, aunque las religiones están para ayudarnos a ser mejores (de hecho, el contenido de los diez mandamientos se encuentra presente en muchas de ellas), a menudo se usan para atacar, para discriminar y para someter a quienes piensan de una manera diferente, así como para vincularse con otras formas de poder para crear las teocracias, que nunca han dejado nada bueno a quien las ha sufrido.

Pero no se debe generalizar. Mientras existió la Santa Inquisición (que ahora anhelan revivir Serrano Limón y sus secuaces), hubo católicos que se oponían a ella pero nada podían hacer al respecto. Entendían que el Papa...

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