Rosaura Barahona / Fiestas amargas

AutorRosaura Barahona

Hoy es Noche Buena y mañana es Navidad, y en la tradición mexicana cristiana, la Noche Buena es una fecha importante.

Ya sabemos que Jesucristo no nació un día como hoy, pero como tantas otras veces, el festejo desfasado se acepta de buena gana para celebrar algo que nos permita acercarnos a seres importantes en nuestra vida.

Para este día había planeado escribir algo más ligero; el mundo y, en particular, nuestro País no se detienen ni hacen pausas en cuanto a los horrores de las guerras o a los conflictos sociopolíticos y económicos, pero hoy hubiera sido difícil escribir sobre la reforma educativa o las ineptitudes de muchos de nuestros políticos.

Por un lado, están los preparativos para la reunión familiar y, por otro, los días de descanso tendientes a desconectarnos de nuestra realidad obligatoria o laboral.

Por eso estaba armando un artículo en tono de broma en donde, por ejemplo, pedía a Santa Clos un manual de redacción básica y una bolsa llena de comas para los publicistas, a quienes les ha dado por comérselas quién sabe por qué extraña razón... o un diccionario para los locutores y locutoras que confunden "advertir" con "avenir" porque no tienen la más remota idea de su significado, pero suenan parecido.

La lista se iba alargando, pero el sábado por la mañana venía, triste, del funeral de un querido ex colega y vecino, cuando me enteré de la inesperada muerte de Eliseo Garza Salinas, noticia que me golpeó y, después, me aterró al enterarme de las circunstancias en que se dio.

Mis intenciones de escribir un artículo ligero se fueron por el caño.

Ante una noticia trágica e inesperada se entra en shock. Al recibirla, dudamos de su veracidad, y al confirmarla, pasamos a la negación.

La negación nos lleva a decir cosas absurdas, como "No puede ser, lo acabo de ver y estaba muy bien" o "¿Por qué él?". Son preguntas emocionales que, de algún modo, nos permiten canalizar algo difícil de asimilar y muchos las hacemos en circunstancias similares.

Después viene la ira y la rabia: nadie merece morir de esa manera y menos quien toda su vida se caracterizó por su amabilidad, sensibilidad, generosidad y sencillez.

Y cuando nos vemos obligados a aceptar lo terrible y doloroso del hecho, nos invade una profunda tristeza que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR