Rosaura Barahona/ Ahora comprendo

AutorRosaura Barahona

Don José Kú, Grand Maese de la Cofradía de la Boca Redonda, acaba de enviar a todos los cofrades una información encontrada en su continua búsqueda de novedades. Me permito compartir con ustedes este descubrimiento de un Premio Nóbel (varón).

El texto dice así: "El cerebro masculino, a diferencia del femenino, carece de conexiones neuronales directas entre el centro que dirige el lenguaje y el que gobierna los sentimientos, asegura el premio Nóbel de Medicina George Shell. Sus afirmaciones serán publicadas en el próximo número de la revista 'Für Sie', junto a su hipótesis de que este vacío de conexiones hace que, para los hombres, los temas amorosos desempeñen un papel secundario.

"Para ayudar a entender la complejidad del cerebro masculino en lo que a preocupaciones sentimentales se refiere, el científico belga Leo Jammes ha puesto su granito de arena con una encuesta de la que se extrae el dato de que, entre las cosas que quitan el sueño a los hombres, las relaciones sentimentales ocupan el decimoséptimo lugar. Son prioritarios para ellos temas apasionantes e imprescindibles como la instalación de un nuevo programa informático, el estado de su tendón de Aquiles o la válvula de un coche de seis cilindros".

Esto viene a apoyar la hipótesis nada científica, pero muy sensata, de una colega que simplifica las causas de todos los embrollos en los que las parejas a menudo nos enredamos, cuando dice: "es que los hombres piensan con los genitales". (La verdad usa otra expresión que no puedo escribir, de manera que el lector deberá imaginarla+ cosa nada difícil de hacer dada la gama tan extensa de sinónimos existentes para tan importante parte del varón). Para todo hay hipótesis, ¿no?

Las mujeres nos hemos pasado siglos escuchando barrabasadas: que nos falta la hormona tal, gracias a la cual se puede razonar; que el órgano genital femenino es uno masculino no desarrollado; que los estrógenos nos vuelven llorosas y vulnerables; que somos tan necias con lo de las relaciones personales (y, en particular, sentimentales) porque no tenemos otras cosas de las cuales ocuparnos; que nos acabamos como seres humanos al llegar a la menopausia. En fin. Hay para todos los gustos. Pocas nos favorecen.

Por eso ahora que un Premio Nóbel, varón, anuncia un ensayo que -como se dice en estos casos- develará el misterio de por qué a algunos hombres les cuesta tanto trabajo expresar sus sentimientos o, por lo menos, hablar de ellos, las mujeres aplaudimos. (Aunque hay...

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