Rebanadas / Mejor, imposible

AutorCony Delantal

Si San Valentín te concediera la gracia, ¿cómo le habrías pedido tu 14 de febrero?

Supongo que primero le prendías la veladora para que te lo agendara justo en viernes, que es ese día sagrado en que cuentas con la bendición de María (estoy hablando de la muchacha) y tu marido simplemente se fregó con su barra favorita de que se tiene que levantar temprano al día siguiente.

Segundo deseo: que te adorne el firmamento con una esplendorosa lunototota, de ésas que nomás se ven en los calendarios cursis, para que te escudes en los "inexplicables" efectos de la Luna llena si te llegas a pasar de lanzadota. (La excusa perfecta. Adoptas pose de corista de Luis Miguel y culpas a la noche).

Y tercero, que te regule el clima por ahí de los 18 ó 20 grados, con cielo despejado y mente también, que son las condiciones ideales para poder gozar de un espectáculo al aire libre que además obligue a acurrucarse, por aquello de que no deja de estar fresquito.

¡Pin! ¡Pom! ¡Papas! ¡Deseos concedidos! Por soñador que parezca, todo eso nos coincide y se nos regala justo hoy, en uno de los catorces de febrero más románticamente perfectos de los que la humanidad tenga memoria.

Lo único que podría fallarte (y aguas porque sí salen bien defectuosos) es tu marido, tu novio o tu lo que sea, pero acuérdate que ya te gastaste tus tres deseos, así es que no esperes más magia de Cupido. En eso sí estás tú solita con tu gracia, tu encanto y tu seducción.

¿A dónde?

¡No me hagas esa pregunta ahorita! Si no reservaste, forget it. De por sí están llenos los restaurantes en viernes, menos vas a encontrar hoy con tanto lunático enamorado suelto.

Pero no te preocupes: en tiempos de amor cualquier mesa es trinchera. Y si ya de plano no hubo hueco ni en los Tamales Salinas, siempre queda la opción de pasar a Vinoteca por un vinito de la serie Be de Beringer (Napa Valley), que está riquísimo el que agarres, ya sea el tinto Tempting Red Blend, que viene suavecito, dulzón y adictivo; el Pink Moscato, que es un rosado afrodisiaco con aroma a "no respondo qué pase después" o ese pecaminoso blanco Peachy White Bellini que comprueba que la fruta prohibida fue en realidad un durazno. (Cuesta $238 la botella de cualquiera de éstos).

Y olvídate de lo demás, ¡con vino y velas te armas un San Valentín donde quieras!

Italiano al máximo

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