Ramón de la Peña Manrique / El matrimonio

AutorRamón de la Peña Manrique

"No es bueno que el hombre esté solo. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre, y se une a su mujer, de manera que ya no son dos, sino una sola carne" (Gén 2, 18-25), y "Lo Que Dios unió, que no lo separe el hombre" (Mt 19, 6), son dos mensajes bíblicos que resaltan la esencia del matrimonio católico.

Me ha tocado asistir a un buen número de ceremonias religiosas en las que los novios van muy contentos, nerviosos, un poco asustados del compromiso que implica el matrimonio e intuyo que con un gran deseo de que perdure.

Pero también me he dado cuenta de un buen número de matrimonios que han fracasado y terminan en divorcios reales o virtuales; e intuyo que todos ellos habían respondido con un sí a la pregunta que se les hizo durante la misa: "¿Están dispuestos a amarse y honrarse mutuamente en su matrimonio durante toda su vida?".

Yo me temo que muchas personas toman la ceremonia religiosa como un requisito más para poder vivir juntos y formar una familia separada de la de sus padres, y no se dan cuenta del gran compromiso que implica contestar afirmativamente a las tres preguntas esenciales que les hacen durante la ceremonia religiosa.

La primera relacionada con la libertad: "¿han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad, sin que nada ni nadie los presione?"; la segunda relacionada con la unidad e indisolubilidad del matrimonio: "¿están dispuestos a amarse y honrarse mutuamente en su matrimonio durante toda su vida?"; y la tercera relacionada con la fecundidad: "¿están dispuestos a recibir con amor los hijos que Dios les dé y a educarlos según la Ley de Cristo y de su Iglesia?".

Posteriormente, al contestar afirmativamente a las tres preguntas, el sacerdote les pide que expresen su consentimiento delante de Dios y de la iglesia presente. Ambos contrayentes dicen: "Yo, Ramón, te acepto a ti, Oralia, como mi esposa y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida". A continuación el sacerdote que recibe este consentimiento de los novios dice: "Que el Señor confirme este consentimiento que han manifestado ante la Iglesia y cumpla en ustedes su bendición: Lo que Dios acaba de unir, que no lo separe el hombre".

Como ve, estimado lector, el compromiso que se adquiere es muy importante y lo es aun más cuando los mismos novios, ante la entrega del anillo y las arras, se comprometen a amarse, respetarse y cuidarse al decir: "Recibe este...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR