Ramón de la Peña Manrique/ Un gran compromiso

AutorRamón de la Peña Manrique

"Nadie será recordado por sus pensamientos secretos, ni por lo que quiso decir y hacer, sin haberlo dicho y hecho. El hombre y la mujer valen por su acción, valen por la causa que buscan, y valen por la huella que dejan en su tiempo". Este es el mensaje que Jorge Canahuati le dijo a un grupo de graduados del Tec ya hace buen tiempo.

Esto vino a mi mente cuando leí un artículo en el que se hablaba de las últimas palabras de Monseñor Duarte, el Arzobispo de Cali, que según algunas personas cercanas a él le costaron la vida. En su mensaje pedía que mucha gente pidiese perdón.

El invitó a los guerrilleros a que pidieran perdón por el mal que le han hecho a la gente y al país; a los empresarios a que pidieran perdón por no haber tenido sentido social y por no haber defendido a los desempleados.

Invitó a los sindicatos a que pidieran perdón por no haberse preocupado por los miles de trabajadores del país.

Más adelante se preguntaba: ¿se puede decir que una persona que pone una mina quiebrapatas no sabe lo que hace?, ¿se puede decir que el que organiza una masacre no sabe lo que hace?, ¿se puede decir que los que corrompen el Estado no se dan cuenta del daño que causan?

Para después preguntarse ¿qué le sucedió a nuestro país, que terminó siendo el hazmerreír del mundo? ¿Qué le sucedió a Colombia para que nuestros hermanos fueran masacrados y ultrajados? Para concluir con un mensaje esencial de responsabilidad: "Todos tenemos que reconocer nuestra responsabilidad en estos hechos y pedir perdón".

En otro de sus escritos, Monseñor Duarte resaltaba el impacto negativo de los guerrilleros en su país: "Un guerrillero que secuestra y asesina, que destruye pueblos enteros y se burla de los procesos de paz, carece de las virtudes que distinguen al ser humano y se convierte en el más miserable de los hombres".

Más adelante hacía una solicitud muy cristiana: "Pidamos al Señor para que estos guerrilleros sientan en lo profundo de su alma el dolor de matar a un hermano inocente e indefenso; pidamos para que entiendan que no están haciendo una guerra justa, sino repitiendo la barbarie de las épocas más oscuras de la historia humana".

Pero también, culminaba, "supliquemos al Altísimo para que toda la sociedad civil encuentre los caminos para exigirles eficazmente a los violentos que asesinan a Colombia el respeto a la vida y la libertad de las personas".

¿Por qué le menciono todo esto?, se preguntará usted.

Porque es muy importante perpetuar, compartir y meditar...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR