Plaza Pública / Usos y abusos militares

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Desde que, en las horas previas a su asunción del Gobierno, el Presidente Calderón manifestó su propensión y su necesidad de cobijarse en las instituciones castrenses para gobernar, las fechas relativas al Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, que por rutinarias se habían vuelto huecas, han adquirido importancia política. Calderón insiste en adular a las tropas, aunque sea de modo repetitivo y por lo tanto demagógico. Ayer, en la fiesta del Día del Ejército -que recuerda el establecimiento de fuerzas federales diversas de las del porfiriato, surgidas de la lucha contra la dictadura y la usurpación huertista, y contra zapatistas y villistas- Calderón precisó el incremento salarial a los militares, que había anunciado el atropellado día mismo en que tomó posesión.

En correspondencia a la presencia privilegiada que el Ejecutivo ha dado a las fuerzas armadas, el Secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván, abandonó el 9 de febrero, llamado Día de la Lealtad, la tradicional ajenidad militar a los asuntos políticos de la hora, lo que en Sudamérica llamaron la prescidencia militar. El antiguo jefe de Galván, a quien reemplazó el año pasado, el General Secretario Ricardo Clemente Gerardo Vega, había deslizado en algún momento comentarios que, según él mismo advirtió, no estaba bien que externara. Pero lo hizo de modo casual, en ceremonia privada a la que asistía como particular (si eso es posible en rigor jurídico). En cambio, Galván, que fue subsecretario en los años finales del sexenio pasado, se arrogó la facultad de avalar a la autoridad presidencial, de la que, sin embargo, depende. He allí al subordinado otorgando un apoyo que por ley está obligado a prestar y por lo tanto no necesita expresarse.

Galván habló de la legitimidad presidencial de Calderón, con lo que se situó en la orilla opuesta de una posición política que, en ejercicio de su libertad expresan millones de personas, una muestra representativa de los cuales llamó Presidente legítimo a Andrés Manuel López Obrador. No, ha venido a responder el General Secretario, el legítimo es Calderón. No es al titular de la Defensa Nacional, que dispone de fuerza física, armas y organización, al que corresponde proclamar la condición política y jurídica de su comandante supremo. Quizá advertido de la desmesura de sus expresiones, en un nuevo discurso -la frecuencia de sus intervenciones públicas por sí misma es cuestionable, pues sus deberes son más de hacer que de decir- ha utilizado...

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