Plaza Pública / El Presidente ausente

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Se sabía que en Guanajuato el Gobernador Fox no gobernaba, sino que dejaba hacer a sus colaboradores. Pero se comprendía que, empeñado en la búsqueda de la Presidencia de la República, no considerara necesario ni posible concentrar su energía en las tareas cotidianas de su responsabilidad presente sino en imaginar y aun planear el futuro, cuando echara al PRI de Los Pinos. Pero tras la culminación de esa hazaña, tampoco ha sido un gobernante asiduo, sino que ha preferido refugiarse en el paladeo de los signos positivos que, por la acción gubernamental o sin ella, se presentan en todas las sociedades y todas las economías, en que no todo marcha mal al mismo tiempo.

Se ha probado esa ausencia presidencial con motivo de la renuncia-denuncia de su secretario particular y vocero, ante la cual ha reaccionado con un despecho pueril. Depositó gran confianza en Alfonso Durazo al comienzo de su Gobierno, y esa confianza no sólo no se desgastó en el curso de los tres primeros años sino que, al filo del cuarto, fue refrendada y, si puede decirse así, acrecentada con un nuevo encargo apenas en julio pasado: además de la secretaría particular Fox responsabilizó a Durazo de su vocería y la comunicación social de la Presidencia. Ese añadido, que dio al antiguo colaborador de Luis Donaldo Colosio una posición eminentísima en Los Pinos, no lo obtuvo Durazo por sumisión burocrática ni por acatamiento silencioso.

"Como ha podido ver", dijo Durazo a Fox en los últimos párrafos de su extensa comunicación del 22 de junio, difundida el lunes pasado, "en este documento hay muy poco que no haya compartido con usted en algún otro momento de mi estancia en la secretaría particular. Dejo de nuevo en sus manos estas reflexiones que es cada vez más difícil expresar, sobre todo por los riesgos de las interpretaciones sesgadas o simplificadas en que una opinión diferente se considera una deslealtad o bien un desafío a la autoridad. Parto de la convicción de que la lealtad no está en la coincidencia, sino en la honestidad; también de la experiencia que nos dice que siempre se ha podido confiar más en quien expresa abiertamente sus diferencias que en quien las calla".

No obstante la imaginable conversación frecuente entre Fox y Durazo, el Presidente se hizo el sorprendido por la carta de su secretario particular, hasta el punto de negar haberla recibido, con lo que invita a suponer que si conoce su contenido, al que se refirió a partir del lunes, es por haberlo leído en los medios. De la cercanía que los vinculaba, Fox pasó a la distancia desdeñosa. El político sonorense que le fue tan próximo pasó a ser "ese señor" o "el señor que se marchó". Después Fox minimizó la renuncia, al decir que la plaza del servidor dimitente es...

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