PLAZA PÚBLICA / Licencia para matar

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En lo que va de este año, 641 personas han sido ejecutadas por la delincuencia organizada. La cifra es 30 por ciento mayor a la del mismo periodo del año pasado, que fue de 427. En aquel entonces apenas comenzaba a desplegarse la estrategia del nuevo gobierno para combatir, más en los medios que en el terreno, la ola de inseguridad creciente en todo el país. Ese incremento revela la ineficacia real del aparatoso embate militar y policiaco. Por eso mismo, en los 14 meses y medio de la actual administración federal han sido asesinadas 3 mil personas en ajustes de cuentas o agresiones del crimen organizado. Son tantos muertos como los que ocurren en países crucificados por guerras intestinas o en la resistencia a la ocupación extranjera. Constituye la décima parte de los homicidios ocurridos en todo el continente americano: 300 mil personas mueren cada año por lesiones intencionales o no intencionales, según dijeron los ministros de Salud reunidos en Mérida esta semana.

En toda América, la abundancia de armas y el alcoholismo cuentan entre los factores que han hecho de los homicidios por lesiones la cuarta causa de defunción. México no escapa a esa circunstancia general. Pero hay aquí una condición específica, la impunidad, una suerte de implícita licencia para matar, que da pábulo al crecimiento del número y gravedad de las ejecuciones. Es excepcional el caso, si hay alguno, en que los autores de crímenes cometidos por la delincuencia organizada son detenidos y sujetos a proceso. Con toda su trascendencia, el dato parece importar poco a la sociedad en general, preocupada y aun angustiada por ganar el pan de cada día, o distraída en ocios onerosos o en sueños de disfrutar de ocios onerosos. Pero el crimen impune no reconoce cotos, no se detiene en el territorio sustraído a la soberanía estatal donde actúan las bandas de matarifes. Un riesgo ya actualizado es que las víctimas de la violencia letal sean ultimadas en castigo a su activismo político y social. Sólo esta semana ocurrieron cuatro homicidios de esa naturaleza, que son pocos para indicar una tendencia, pero son demasiados al concentrarse en unas cuantas horas en regiones distantes del país.

Tres de esos crímenes acontecieron el miércoles pasado, cerca de Córdoba, Veracruz, los dos primeros, y en la carretera mexiquense Chamapa-Lechería el tercero. En esos casos, las víctimas viajaban a bordo de sus vehículos y sus verdugos emparejaron los suyos para ultimarlos a balazos. El cuarto...

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