PLAZA PÚBLICA / Indignados, exigentes, sabedores

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

La lejanía entre los legisladores y los gobernados es uno de los graves defectos de nuestro sistema político. El Gobierno autoritario, como lo quisieron los regímenes de otras épocas, prefiere tratar con súbditos y no con ciudadanos, que al madurar saben que su condición de fuente formal del poder los autoriza a exigir, y no meramente a pedir y menos aún a rogar atención a sus problemas.

Personas conscientes de sus derechos pero también de las limitaciones que la formalidad constitucional y legal les imponen, los integrantes del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad están inaugurando un nuevo espacio de encuentro con los poderes. No son las personas acarreadas a los mítines de las campañas electorales, las más de las veces ignorantes de qué se trata, o incapaces siquiera de escuchar lo que se dice por deficiencias mecánicas, o de comprenderlo por diferencias culturales que incluyen no hablar la misma lengua. No son tampoco los personeros de los poderes fácticos habituados a que sus intereses sean atendidos con prontitud, o no tocados aunque ello implique perjuicio social.

El movimiento inspirado por el poeta Javier Sicilia se sitúa en el plano que corresponde a una República, en que unos ciudadanos invisten temporalmente a otros de poder, pero no con ello los hacen diferentes y muchos menos superiores a quienes los eligen. En un territorio de igualdad, formulan solicitudes y hacen propuestas, y cuando éstas no son atendidas con base en razones suficientes, exigen explicaciones y la mudanza de políticas que generan males mayores que el que pretenden combatir. Tienen derecho a hacerlo no con la cerviz inclinada de los sometidos y resignados, sino con la prestancia de los ofendidos conscientes de que su vínculo con los elegidos ha sido deformado, torcido o de plano traicionado.

Esa conversión, incipiente e insólita, ha sido uno de los ingredientes principales de los encuentros sostenidos por el pacifismo impulsado por Sicilia con el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. El titular del primero y los Senadores y Diputados que integran el segundo han asistido con estupor a este nuevo tipo de relación, en que cara a cara se formulan reproches, se relatan cuitas, se expresan indignaciones, se puntualizan propuestas. No se ha llegado al caso, todavía, de entablar compromisos. Pero las reuniones no han sido estériles ni inocuas. Algo, no sabemos qué ni cuánto, se ha movido en las instituciones con cuyos miembros dialogaron las...

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