Plaza Pública / Aborto, mentiras y obediencia

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El presidente de la conferencia episcopal mexicana, y obispo de Texcoco, Carlos Aguiar Retes, se permitió asistir en febrero a la inauguración de la sede en México de la Organización Internacional Demócrata Cristiana, encabezada por Manuel Espino, el líder del PAN. Fue un crudo acto de partidarismo político, incompatible con su condición de dirigente religioso. Se comprende, a partir de esa toma de posición, que elogie al presidente Felipe Calderón por haber expresado su opinión en torno del aborto:

"Lo felicité por su postura valiente de plantear sus propias convicciones", dijo. Pero a la Iglesia católica no le parecen dignos de una felicitación semejante, puesto que manifiestan también sus convicciones, los políticos, representantes, gobernantes que piensan de modo diferente al del clero. El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México señaló que la iniciativa de despenalizar el aborto, muestra "el rostro autoritario y fascista del PRD". Y del jefe del Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, que no opinó sobre el tema sino que se refirió simplemente a que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal debe actuar en un ambiente libre de presiones, tal sistema episcopal dijo: "Si no es capaz de ser congruente con sus principios, por lo menos debería esperar prudentemente para que la sociedad se exprese".

Si tal prudencia es apreciable, ¿no debería haber hecho lo mismo Calderón: esperar a que la sociedad se exprese? En cambio recibió la felicitación del dirigente episcopal. El contraste de bendiciones y condenas forma parte de la campaña clerical contra la eventual despenalización del aborto, campaña que incluye mentiras gruesas en su equipaje ideológico.

No se puede imputar al PRD ser fascista por impulsar la reforma penal sobre el aborto porque los iniciadores de los proyectos respectivos no forman parte de sus bancadas. Los autores de las iniciativas son los diputados locales Jorge Carlos Díaz Cuervo, de Alternativa Socialdemócrata, y Armando Tonatiuh González, del PRI. Cierto es que, sin contar con la fracción perredista, sus propósitos no podrían prosperar pues las bancadas a las que pertenecen son minúsculas. Pero sería improductivo políticamente satanizar a esas formaciones políticas. Es fructuoso, en cambio, hacerlo con el PRD y oponer su presunta conducta a la del PAN y su más ilustre miembro, el presidente de la República.

Es mentira también que los promotores de la despenalización sean asesinos y partidarios de una cultura de la...

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