Pioneras de la medicina

AutorMaría Luisa Medellín

Fotos: Miguel A. Chávez

En tiempos en que al sexo femenino se le instaba a no estudiar una carrera, para dedicarse de lleno a su familia y al hogar, estas intrépidas mujeres rompieron paradigmas.

Ellas son pioneras en la medicina. Maricela Zárate Gómez es la primera cirujana general y pediátrica que tuvo el Hospital Universitario, entre finales de los 60 y principios de los 70, y sigue activa; y María de Guadalupe de Alba de Zavala se aventuró a cursar neurocirugía en Baylor School of Medicine, de Houston, tras hacer la carrera de médico cirujano partero en la Facultad de Medicina de la UANL, en los 50.

Ahora está dedicada al voluntariado al frente de la Pastoral de Salud del Hospital Universitario e integrada a un protocolo para atender pacientes que sufren distrofia simpática refleja, un dolor severo y crónico en todo el cuerpo que sólo se ha tratado con éxito en Monterrey.

He aquí sus historias.

Vence estereotipos

No tiene muy claro qué motivó su vocación por la medicina. Aunque al hacer memoria, María de Guadalupe de Alba de Zavala cree que fueron las charlas de un tío, general durante la Revolución Mexicana, quien le relataba los sufrimientos de los soldados, a falta de enfermeras y doctores que los auxiliaran.

"Una vez me habló de un soldado que iba caminando y le dieron un balazo en la cabeza. Decía que sonó como un jarrito al romperse... Se me quedó muy grabado.

"Eran ideas incomprensibles para mi edad, pero pienso que eso pudo llevarme hacia la medicina y después a la neurocirugía, porque, dijera usted, había muchos médicos en la familia, no", comparte inclinando su cabeza, de cabello corto muy bien peinado, blanco y con leves reflejos violeta.

Pero no fue nada fácil lograr su propósito, ya que en el Colegio del Sagrado Corazón, donde estudiaba la primaria, una religiosa le preguntó qué iba a ser de grande y, al responder que doctora, le soltó tajante: "No puedes".

Ella no entendió, y al finalizar la clase le cuestionó por qué había dicho eso. La monja contestó: "Es que no tienes necesidad. Vas a crecer, a conseguir un buen hombre y a formar una familia".

Tras el episodio, María de Guadalupe, nacida en Monterrey, y de padres españoles -Óscar de Alba y María Eugenia Deza-, se negó a regresar al colegio. No hubo quien pudiera convencerla de lo contrario y, finalmente, la inscribieron en el Labastida.

Ahí encontró apoyo a sus inquietudes académicas por parte de algunas maestras, lo que no esperaba era que su propia madre y allegados a la familia insistieran en que, como señorita de sociedad, no era conveniente que tomara clases con varones.

Por ello, la enviaron a estudiar high school a Estados Unidos, a una institución exclusiva para mujeres. Pensaban que de esa forma se olvidaría de la idea de cursar...

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