Perfiles e Historias / El transgresor mayor

AutorDaniel de la Fuente

Monterrey llega a tiempo pero siempre tarde. Los ochenta empezaron a encenderse con enfermos que atestaban cuidados intensivos, hospitales desfondados. Llegaban en silencio, reventaban callados, morían sin gemidos heroicos. El tiempo de la peste estaba plenamente instalado en la mustia urbe, ésta sacó lo peor de la burguesía cristera. Recelaba, agitaba sus profecías fundacionales con espuma en la boca:

- Se lo merecen, promiscuos.

- En el pecado llevan la penitencia.

- Que les hagan sidarios y los encierren hasta que se mueran".

Situaciones como este pasaje escrito por Joaquín Hurtado en el texto Veinte estampas a color de un decenio negro, incluido en Las reinas somos gente 'normal' (Conarte, Tilde, Secretaría de Cultura y Diversciudad, 2016), ocurrieron cuando el entonces empleado de la Secretaría de Educación en el Estado, con inquietudes literarias, comenzó a alzar la voz junto con otros ante la pandemia del sida: atención de la autoridad, medicamentos, respeto a las libertades sexuales.

Las minorías sexuales, miembros de la comunidad LGTB (lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero) y trabajadores sexuales eran señalados como portadores naturales del vih, del que se sabía poco. La satanización y agresiones eran feroces.

Fue así como Joaquín encabezó a principios de los 90 el esfuerzo pionero: Movimiento Abrazo.

"Era una época en la que se le daba la espalda a los enfermos por miedo o desconocimiento, incluso de los familiares, por un montón de prejuicios. Concluimos que teníamos que acompañar a los que se les negaban hasta los servicios funerarios, las operaciones de urgencia y el acceso a medicamentos.

"Era abrazar al enfermo, acompañarlo, decirle que no estaba solo".

Lo fundaron él, su esposa Rosalinda Zavala, Joaquín Delgadillo, Óscar de León y Abel Quiroga, entre otros. Quiroga evoca esos días en que los enfermos morían en la penumbra.

"Cuando nos conocimos en 1989 nos miramos y entendimos que había sólo una tabla en el medio del mar: rabia, miedo y sobre todo gritar al mundo nuestras vidas llenas de placer y gozo.

"Eso nos hizo tener valor de levantar la voz al gobierno incapaz de hacer su tarea. Así nace nuestra hermandad y complicidad", explica el titular de la asociación Acodemis y del Centro de Prevención de la Salud Sexual para la Diversidad Sexual.

Enfrentaron resistencias, apunta Joaquín, sobre todo al abordar el trabajo sexual, la libertad de la mujer a decidir sobre su cuerpo en cuestiones como el aborto y en los...

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