Perfiles e Historias / ¡Inquebrantable!

AutorMaría Luisa Medellín

Editora: Rosa Linda González

Ejercitarse en el gimnasio es un ritual para Paola, la esencia de un estilo de vida que contagia como health coach y en sus charlas motivacionales.

De constitución atlética, parece estar conectada a una fuente de energía permanente, por eso cuesta creer que hace casi 7 años yacía inmóvil en una cama de hospital, al borde de la muerte.

Hay episodios que transforman destinos, y el de Paola Santos Cantú está fechado el 4 de julio del 2008.

Esa noche llovía y, como tantas veces, discutía con su pareja en ese tiempo. Él había tomado y conducía su camioneta a toda velocidad por Avenida Vasconcelos.

Paola le pidió manejar despacio, y él aceleró más. Le exigió detenerse, pero apenas ella descendió y cerró la puerta, aún con la mano en la manivela, arrancó veloz.

"Fue como si el vehículo me succionara... Pasó encima de mí. Él ni se dio cuenta; la gente lo paró más adelante para que regresara. Luego supe que lo detuvieron unas horas, que pagó (una fianza) y salió", relata encogiéndose de hombros.

Tampoco se hizo cargo de los gastos médicos, pese a que en el dictamen de la Cruz Roja quedó registrado que manejaba en estado de ebriedad completa, lo que también consignaron notas periodísticas.

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Una ambulancia llevó a Paola al Hospital Universitario, donde la estabilizaron. Antes, un oficial tomó su teléfono y se comunicó con sus padres, quienes llegaron a Urgencias, al igual que el traumatólogo David de la Garza, amigo de la familia. Ahí decidieron trasladarla al Hospital Muguerza, donde ya aguardaba un equipo médico.

A minutos de su llegada sus pulmones se colapsaron, y los especialistas, entre ellos el neumólogo Felipe Villegas, actuaron de inmediato.

Los estudios y evaluaciones determinaron traumatismo craneoencefálico severo, lesiones agudas en los nervios espinales -los que controlan el movimiento esquelético-, fracturas en hombro, cuatro costillas, pelvis, cadera y fémur, el tobillo izquierdo deshecho y rotura de ligamentos cruzados en la rodilla derecha.

"El traumatismo en el cerebro hizo que los doctores me indujeran a un coma. Mi cuerpo estaba destrozado y no me contaban. Fue una batalla diaria la que libraron conmigo; titánica", narra esta mujer de rostro anguloso y cabello lacio con luces.

De la Garza detalla que algunas fracturas requirieron de cirugía y otras de un manejo conservador a la espera de que soldaran. Aunque el punto crítico eran las posibles secuelas que Paola podría sufrir a causa de las lesiones cerebrales: perder la memoria, el habla o quedar cuadripléjica.

Sus padres, Virginia Cantú y Héctor Santos, temían lo peor. Sólo abrazaban a sus nietas, Renata y Andrea, al verlas llorar.

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Dos meses después Paola recobró la conciencia. Intentó moverse y no pudo; quiso hablar y no le salían las...

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