Perderse por Toulouse

AutorJesús Pacheco

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TOULOUSE, Francia.- Cuando supiste que irías a Toulouse, decidiste ir contra el primer mandamiento del buen viajero: consultar una guía. La intención: un primer acercamiento sin ideas preconcebidas.

Lo único que sabes de Toulouse es que encabeza la región francesa de Midi-Pyrénées, que es cuna del Concorde, que ahí están los hangares donde se ensamblan los Airbus y que es una de las principales ciudades universitarias del País. Lo demás será ir de sorpresa en sorpresa.

Como primer desayuno, varias tazas de café con un par de rebanadas de brioche con tomme noire, un queso que sería perfecto si se consiguiera con facilidad de regreso en casa.

Sales del hotel dispuesto a caminar tanto como te permitan tus piernas. Sin mapa. Sabes que hay un río llamado Garona y estás seguro de que, como cualquier río que atrae ciudades a sus márgenes, pondrá a trabajar su magnetismo contigo.

A los pocos minutos de recorrer callejuelas peatonales, placitas con fuentes y tiendas de fachadas encantadoras, tu cámara exige salir del estuche para comenzar a aprehender la Ciudad en pequeños rectángulos.

Lo primero que llama tu atención es el aspecto rojizo de la Ciudad. El ladrillo protagoniza la mayoría de las fachadas. Más tarde te enterarás que está hecho con arcilla de las orillas del río.

Luego te contarán que algunos palacetes del Renacimiento construidos en piedra, un lujo para la región, pertenecieron a ricos comerciantes de pastel, una planta con cuyas hojas se crea un peculiar colorante azul.

En su época dorada, el pastel era muy caro y muy solicitado; hoy puede hallarse en boutiques, como La Fleurée de Pastel, donde lo venden casi como un símbolo de la Ciudad, en prendas y accesorios.

Otro rasgo pronto atrae tu mirada: la nomenclatura de las calles. Bajo el nombre en francés se leen en occitano, según sabrás más tarde. Toulouse desea mantener vivo el idioma, y éste es uno de los esfuerzos para lograrlo.

Pronto entiendes que el río y su magnetismo han trabajado. Al final de una calle angosta y ondulada, descubres el Garona. Luego de una larga y voraz mirada, caminas hasta el Puente Nuevo, que desde el siglo 16 ha...

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