Juan E. Pardinas / ¿Ciudadanos pazguatos?

AutorJuan E. Pardinas

Los habitantes de Corea del Norte no necesitan tener un reloj despertador. Todas las mañanas a las 7:00 horas, en la capital Pyongyang, un sistema de cientos de bocinas instaladas en las calles anuncia a los residentes que es hora de despertar. Para empezar el día con optimismo, el sistema de sonido urbano se aboca a sintonizar con alto volumen las canciones que exalten la magnanimidad del líder Kim Jong-il.

No conozco otro ejemplo tan elocuente de un Estado totalitario: la autoridad se mete en tu recámara y te ordena que salgas de la cama. Esa violación de la intimidad es propia de un centro penitenciario, no de una ciudad. Para el ciudadano de un país normal, el reloj despertador es un mal necesario, para un norcoreano es una herramienta de la libertad.

En un país donde las personas no pueden decidir ni sus horas de sueño es imposible tejer esa red de vínculos individuales que denominamos sociedad. En la novela de George Orwell, "1984", el Gran Hermano desautoriza las relaciones sexuales, ya que cualquier tipo de lazo íntimo entre las personas puede erosionar la lealtad absoluta con el Partido.

El ojo totalitario mira con sospecha cualquier tipo de asociación entre personas: un club de ajedrez, una congregación religiosa o un taller de literatura. En Cuba, unas damas vestidas de blanco que piden la liberación de los presos políticos son tratadas como enemigas del Estado. En China los miembros del grupo espiritual "Falun Gong" son perseguidos como terroristas.

Por fortuna, en México estamos a años luz de distancia de padecer estos excesos totalitarios, pero también estamos lejos de tener la densidad de organizaciones sociales que existen en países desarrollados. Tenemos libertad para poner el despertador, hacer el amor y asistir a misa, pero con frecuencia nos quedamos pazguatos ante los abusos o negligencias de la autoridad. ¿Por qué, muchas veces, nos comportamos como ciudadanos pasmados?

El régimen que nació de la Revolución Mexicana no tenía los rasgos de un Estado totalitario. Sin embargo, el sistema político del siglo 20 organizó a la sociedad en...

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