Palabra y fe / Vocación es sacrificio

Pbro. José Antonio Muguerza

Estamos viviendo en la Arquidiócesis el día de nuestro querido Seminario de Monterrey. Día en que nos unimos en oración por las vocaciones sacerdotales y hacemos un gran sacrificio para apoyar económicamente a esos jóvenes que hacen el sacrificio de dejar a su familia para responder al llamado de Dios y entregar su vida al servicio de Él y de su Iglesia.

Gracias, de corazón, a todos los que hoy, pese a las dificultades sociales y económicas, se desprenden de un poco o un mucho de su patrimonio y lo entregan a la colecta anual del Seminario, porque así valoran y sostienen la respuesta de estos jóvenes que siguen su ideal de consagrar sus vidas para ser los sacerdotes que necesita nuestra Iglesia.

Creo que la mejor manera de entender el sacrificio de los seminaristas para seguir su vocación es darnos cuenta de que nunca la felicidad puede estar al alcance de nuestras manos, sino que va a estar siempre al alcance de nuestro sacrificio y será directamente proporcional a lo que nos cueste.

Sí, el sacrificio en nuestra vida depende del valor, no del dinero, sino de lo que queramos alcanzar. Es el sacrificio lo que nos indica el valor real de la felicidad, porque solamente así podremos apreciarla de verdad, hacerla nuestra, no como una propiedad, sino como una gracia, un don que trasciende nuestra vida.

Por eso los invito a preguntarse: ¿qué estoy dispuesto a pagar para conseguir la felicidad...

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