Palabra y fe / En crisis de vocaciones

Pbro. José Antonio Muguerza Garza

Al oír esta frase inmediatamente pensamos en la escasez de vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras o a la vida consagrada, pero, creo yo, que hay una crisis mucho mayor en cuanto a la vocación al matrimonio se refiere, y en mi opinión, es la que más nos afecta como Iglesia, pues el matrimonio y la familia son la base fundamental de las demás vocaciones consagradas.

Cada vez es más difícil encontrar parejas de novios que valoren realmente su vocación al matrimonio, como un sacramento para toda la vida.

Dios llama (vocación) al hombre y a la mujer a ser felices, entregándose uno al otro, con su bendición sacramental y siendo así la raíz, el cimiento, el fundamento, de una familia cristiana. Pero cada vez hay más egoísmo y relativismo en nuestra sociedad, alejándonos de Dios y de los valores morales y espirituales, por lo que el divorcio y las familias destrozadas son el pan nuestro de cada día.

Nos falta redescubrir y retomar en serio una cultura vocacional pura, transparente y trascendente.

Sentir y valorar el llamado de Dios a la vida (vocación humana), a ser feliz y realizarnos plenamente.

Sentir, valorar y vivir el llamado de Dios a la fe (vocación cristiana), a ser congruentes con nuestro bautismo y seguir a Cristo en los valores de su Evangelio.

Sentir, valorar, vivir y responder con valentía al llamado de Dios a realizarnos plenamente como personas, como cristianos/as en una vocación específica (vocación a la santidad), porque solamente así superaremos cualquier crisis.

Quizá un cambio de énfasis...

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