Palabra y fe / Cinco panes y dos pescados

Pbro. Peter Coates

Cuentan la historia del rey que invitaba a todos sus súbditos al festejo de bodas de su hijo con la condición de que llevaran ropajes reales. Dos pobres mendigos, súbditos del rey, deseaban asistir pero no tenían la ropa indicada.

Uno empezó a recoger monedas y fue con el sastre para que le hiciera la ropa. Sin embargo, el sastre viendo las pocas monedas que traía lo mandó de vuelta a la calle. El otro pidió en la corte una entrevista con el rey. Al fin el rey lo recibió y él , temblando, se presentó con los ojos bajos y humildemente le pidió que le prestara ropajes viejos suyos para poder asistir a la boda. El rey lo acogió con una sonrisa, llamó a su hijo y le pidió que le vistieran con su propia ropa para que pudiera estar presente en la gran fiesta.

A veces podríamos pensar que el amor de Dios es consecuencia de nuestras buenas obras y que de alguna manera nosotros ganamos o incluso merecemos o tenemos derecho al amor de Dios porque hacemos esto o aquello, o porque nos portamos bien. Pero no es así.

El amor de Dios es un don gratuito que se da independientemente de nuestros méritos. Dios nos ama en nuestra miseria, imperfección o pecado; y aun sabiendo lo que hay en cada uno de nosotros, da la vida por nuestra salvación. Incluso después de pecar, siempre estará a la puerta de nuestra alma, esperando el momento en que pueda entrar de...

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