Opinión Invitada / Salvador Benítez: NL: un gran paso en la reforma política

AutorOpinión Invitada

La reciente aprobación por parte del Congreso de Nuevo León del Sistema Estatal Anticorrupción debe analizarse no sólo desde la perspectiva del benéfico contenido de las reformas constitucionales y las reformas legales por venir, sino desde el enfoque de sus consecuencias transformadoras para una nueva forma de hacer política dentro de los procesos legislativos.

En México y en Nuevo León pareciera que nos hemos acostumbrado a vivir con una clase política que, en las últimas décadas, se ha distanciado cada vez más del pueblo y ha degenerado en una actividad propia para el abuso del poder y la disposición desenfrenada de fondos públicos, ya sea mediante su aplicación institucionalizada para fomentar el clientelismo electoral, o con la descarada e impune disposición de dinero y bienes del Estado para fines personales o para sostener campañas políticas.

Hay quienes piensan que este proceso degenerativo sólo puede ser detenido con medidas radicales o violentas. Pero hay quienes estamos convencidos de que mediante una participación ciudadana efectiva, y siguiendo los procesos democráticos, es posible revertir estas tendencias.

El jueves pasado fuimos testigos de un suceso en el que los legisladores de Nuevo León antepusieron los intereses del pueblo a los de los partidos políticos, principales promotores del distanciamiento con la ciudadanía.

Este evento de creación de nuevas leyes vanguardistas, en las que se abre una auténtica esperanza de lucha contra la impunidad y la corrupción, y que empieza a cerrar puertas a quienes ven la política como un medio para enriquecerse -gracias también a que efectivamente se consensuaron contenidos de la Reforma con la sociedad civil organizada-, es resultante de varios factores que, de persistir, cambiarán la forma de legislar, fortaleciendo a los Diputados y debilitando las posturas insensibles de los partidos.

Estos factores son: (i) los reveses sufridos en las elecciones por los partidos políticos, derivado de malos gobernantes; (ii) el desprestigio que han sufrido los legisladores afiliados a partidos políticos, por seguir líneas contrarias a la voluntad popular; (iii) el repudio social por la falta de acción legislativa y de los Gobiernos para combatir efectivamente la impunidad y la corrupción; (iv) el desgaste político que significa no atender los deseos de la población, que impedirá la posibilidad de reelección, y (v) la urgente necesidad de recobrar el terreno perdido, mediante un proceso de...

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