Opinión Invitada / Mea culpa

AutorOpinión Invitada

Rogelio Narváez Martínez

Antonio de Rivarol ha escrito que la persona más civilizada está tan cerca de la barbarie como el hierro más pulido lo está de la herrumbre.

Y esto parece ser que lo hemos experimentado en los perfiles de una patria que se oxidan al perder los electrones de los valores a causa de la humedad de la inconsistencia.

Los que formamos nuestro pueblo debemos analizar la situación actual para que, al asumir la propia parte de culpabilidad, hagamos un compromiso para detener la descomposición social.

El líder en lo religioso debe asumir la responsabilidad del énfasis del ritualismo, el clericalismo machista, la espiritualidad individualista, el relativismo ético y el antitestimonio por el poder, el abuso en satisfactores económicos y los daños por el abuso sexual.

El servidor público debe aceptar la responsabilidad en el abuso de poder, la impunidad y la corrupción que ha generado hartazgo social. El campo de la política, como sistema social, debe preservar el orden y la paz, pero parece que nos hemos especializado en manufacturar paracaídas mientras que nos precipitamos hacia el vacío.

La sociedad civil debe asumir la responsabilidad colectiva y la diferenciada por una violencia con distintos rostros: por razón política, en relaciones laborales, en actitudes discriminatorias por lo étnico, lo religioso y lo sexual, en las escuelas, en delitos comunes, entre generaciones y entre comunidades, en el tránsito vehicular...

La familia debe asumir que el escenario que vivimos es consecuencia de la inadecuada escala de valores que ha llevado a que la riqueza cuantitativa sacrifique la riqueza cualitativa.

En lo cultural, vivimos una emergencia educativa por un reduccionismo antropológico que concibe la educación en función de competitividad y mercado, y no como formación de mejores personas.

La patología social posee tres crisis: de legalidad, del tejido social y de moralidad, y su raíz se ubica en la pérdida del sentido de la trascendencia, por lo que se desprecia a la persona.

El utilitarismo que nos rige y su principal premisa del "todo se vale con tal de ganar" es un darwinismo social manifestado en lo laboral, lo familiar, lo académico, lo afectivo, lo político... y también en un Estado de derecho casi desaparecido por un "Estado de facto" del crimen organizado infiltrado en muchos ámbitos de la sociedad.

Pierre Bourdieu...

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