Opinión Invitada / Manos a la obra

AutorOpinión Invitada

Celina Canales

Ni la economía ni la política son determinantes. Es la cultura de una nación lo que define su destino.

Esto lo dijo Lee Kuan Yew, el hombre que transformó a Singapur de la pobreza a la plenitud en una generación.

También logró vencer al dragón más peligroso: el abuso y tráfico de drogas en la isla, gracias, en parte, a que el pueblo se mantuvo firme en su apoyo a las leyes severas que el entonces Primer Ministro implementó.

"Si la ciudadanía no se compromete en el tema de la seguridad, podríamos tener el Ejército y las policías del mundo y no seríamos capaces de recuperar la seguridad", confirma Álvaro Uribe, ex Presidente de Colombia, responsable de retomar el control territorial de su país y elevar el nivel de paz.

No cabe duda. Los grandes cambios van acompañados de la participación ciudadana. La gente común y corriente guarda el poder de salvar a Monterrey y, si estamos dispuestos, México.

Es indispensable que la sociedad civil despierte. Y que despierte ya, porque la pesadilla va de mal en peor.

La brutalidad aumenta. De balaceras pasamos a colgados vivos y colgados quemados. ¡Todo en hora pico!

La ruleta del temor da vueltas. Del asalto al primo del tío del vecino, pasamos al secuestro de alguien conocido. ¡A ver a quién le toca!

Nuestra ciudad está en el quirófano. Es una cirugía a corazón abierto. Sin embargo, ninguna válvula es reparada ni reemplazada. Solamente zarandeada y picoteada. Los gobernantes, autoridades y equipos de seguridad parecen estar completamente maniatados. Nos guste o no, los mortales ciudadanos tenemos que entrarle a sanar al paciente.

Pero ¿por dónde empezar?

Lo primordial es intercambiar la mano extendida por una mano activa. Basta de vivir como bebés recién nacidos -comiendo, llorando, durmiendo- esperándolo todo del Gobierno. Frustrados porque el político no hace lo que queremos que haga. Sí, es desolador que no cumpla con su deber, pero con más razón urge que la pasividad de la población se convierta en colaboración, trabajo y entrega.

Así como Hosni Mubarak fue derrotado cuando el corazón de los egipcios latió al unísono en la Plaza Tahrir, solamente juntos podremos ganar la batalla.

Por lo tanto, no olvidemos que todos somos Monterrey. Y el compromiso también es de todos.

Tenemos la obligación de alzar la voz. De denunciar a los "coyotes" y rechazar los permisos falsos para circular sin placas. De no solapar a la UANL, que subcontrató sin licitar a empresas fantasma, brindando servicios...

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