El narco: la guerra fallida

Una alternativa: atacar los daños colaterales

¿Cuáles son los daños colaterales en México? Pues los que todos conocemos: los que han sido descritos ampliamente por la nota roja y los periódicos nacionales, a saber, los decapitados, los secuestros, las balaceras, los atentados (aunque en realidad sólo ha habido dos: en Morelia y a las instalaciones de Pemex, ambos bajo circunstancias extrañas), la extorsión a empresarios y a profesionistas (el llamado derecho de piso). Las guerrillas no existen, los paramilitares tampoco; la corrupción indudablemente sí ha existido desde tiempos inmemorables, pero a menos de que Calderón quiera dispararse otra vez en el pie, difícilmente podría demostrarse que supera la de las épocas del PRI.

Justamente sobre los medios de comunicación se impone un nuevo, breve, paréntesis. Varios sectores y personalidades en México, incluidos algunos que le hablan al oído a Calderón (otra cosa es que los escuche), han sugerido que debiera hacer lo mismo que Álvaro Uribe: convencer a los medios de que trasladen la información sobre violencia, narcotráfico, ejecuciones, etc., a las secciones de nota roja, sacándolas de los titulares de los noticieros. Hay quienes se encuentran convencidos de que gracias a esta operación Uribe logró bajarle los decibeles a los hechos mismos, o en todo caso, a su repercusión en Colombia. No sabemos si Calderón haya atendido esa sugerencia; si lo hizo, evidentemente fracasó. Pero nosotros no lo lamentamos. Se sabe dónde comienza esa manipulación, pero no dónde termina. Arranca con la prelación de las noticias, culmina con el control del contenido de una columna de opinión, de un reportaje especial, de una entrevista en radio, de un libro... como éste.

En cualquier caso, atacar los daños colaterales resulta distinto que atacar frontalmente al narco, o como dice Carlos Fuentes, "a todos los narcos, todo el tiempo". En México, efectivamente, durante muchísimos años, los sucesivos gobiernos combatieron los efectos colaterales de algunos cárteles, a ratos, y en las causas de todos, todo el tiempo. no es evidente qué sea mejor. El ejemplo de Colombia es incontrovertible en cuanto a los hechos, aunque por supuesto pueden prevalecer opiniones muy distintas o abiertamente discrepantes sobre el carácter deseable de esa ruta. Sobre todo si implicó, como lo piensan algunos, una especie de pacto tácito o explícito con los cartelitos. En Colombia, por lo menos, nunca se han avergonzado de ello. Desde la época del Presidente César Gaviria, el gobierno pactó distintas...

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