Nacida para actuar

AutorRosa Linda González

Eran los ensayos finales y el elenco se reunía en una bodega donde se pasaba lista a los pendientes de la producción.

-¿Ya conseguiste el refrigerador que parezca de los 40?- preguntaba Julián Guajardo, el director.

Mientras alguien respondía, otros se preocupaban por el vestuario. Había ansiedad en el ambiente, algo como una electricidad que sólo se da en un preestreno teatral.

Yo estaba en el reparto de "La Muerte de un Viajante" para ver el teatro desde dentro; una experiencia única para una reportera novata. Tenía el papel más pequeño, pero mis nervios eran tantos como si fuera la estrella.

Fue cuando conocí a Minerva Mena Peña; en 1981, a sus 50 años, era un pilar del teatro regiomontano y una actriz de gran talento con reconocimiento a nivel nacional.

No me impresionó ver a esta mujer pequeña, seria y tranquila de edad indefinida y cabello negrísimo, con una voz grave que adquiría diferentes matices a la hora de repasar sus líneas.

Pero en el estreno, me topé con la actriz: desde bambalinas, temblando sólo de pensar en el momento en que yo saldría a decir las 18 palabras de mi texto, veía a Minerva transformarse en Lynda Loman y apoderarse del escenario.

Qué angustia transmitía la esposa del viejo Willy Loman, el que soñaba con hijos triunfadores y una vida de éxito.

Esa ama de casa menuda, esposa de un hombre común, llevaba dentro de sí la fuerza dramática de quien ve venir una tragedia y no puede hacer nada por evitarla.

La escena desgarradora de la despedida de su esposo muerto acabó de erizarme la piel, como al resto del público, que no dejaba de aplaudir.

Pero apenas cayó el telón final, Minerva Mena Peña era de nuevo ella, estaba tan fresca como al principio y yo apenas podía creer que la tragedia del personaje no la hubiera tocado. Fue cuando conocí su dominio escénico.

En los 50 Monterrey vivía una febril actividad teatral gracias al entusiasmo de un grupo de jóvenes que se consolidó junto a la maestra Lola Bravo.

Minerva, bailarina en sus inicios, llegó por accidente al teatro -sustituyó a una actriz que no pudo participar- y a partir de "Prohibido Suicidarse en Primavera" se quedó con la escena.

¡Definitivamente que esta mujer nació para actuar!

¿Se puede ser otra cosa cuando en la casa se respira y se vive el espectáculo? En 1930, cuando Minerva nació, sus padres, Jesús Mena y Felisa Peña, eran ya veteranos de las tablas y participaban como dueto folclórico cantando y bailando en el Teatro Obrero.

"Mi mamá hacía cuentos...

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