Mirador

AutorArmando Fuentes Aguirre

Me habría gustado conocer a don Manuel de la Borbolla y Zúñiga.

Don Manuel de la Borbolla y Zúñiga no se llamaba así. Se llamaba Perico simplemente. Ni siquiera apellido tenía. Era Perico nada más. Un día, en Cádiz, encontró tirado a las puertas de una taberna un envoltorio con ropas de hidalgo, dineros y una carta de presentación para el virrey de México.

Con todo eso, y con su desenfado de gran pícaro, tomó un barco y vino a América. Se presentó en la corte virreinal; enamoró a una viuda rica y se casó con ella. Hizo fortuna. Pasaba por hombre de feliz ingenio. Todos reían...

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