Miguel B. Treviño / PAN competitivo

AutorMiguel B. Treviño

Que haya mayor competitividad en la política mexicana suena a algo deseable. Pero hay diferentes arenas de competencia y niveles de relevancia.

Yendo de más a menos, en un primer nivel de importancia, está tener una competencia abierta y pareja para acceder a los cargos de elección; candidatos -con partido o sin partido- cuyo éxito dependa más del mérito individual que de la maquinaria electoral partidista.

Más abajo en importancia están las capacidades de los partidos tradicionales para la competencia, donde la mejora de uno, por ejemplo en atracción de talento y filtrado de posibles candidatos, obliga a los otros a hacer ajustes para no perder terreno.

Siguiendo camino abajo en la importancia de la competitividad está el muy doméstico asunto de la renovación del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, tema de la Asamblea Nacional Extraordinaria del sábado pasado.

Puesto en contexto, al asunto es casi irrelevante. En otros sistemas presidenciales y en la era postideológica en la que nos toca vivir, quienes dirigen las estructuras partidistas son organizadores de eventos, anfitriones de comités, mediadores de conflictos, agentes de relaciones públicas.

En el presidencialismo norteamericano, argentino o colombiano, la influencia de los partidos en el destino nacional se da a través de quienes llegan al Ejecutivo y al Legislativo por voto popular. La lucha por el liderazgo del partido importa a los burócratas del propio partido.

El presidente del CEN del PAN enmarcó la Asamblea frente al reto de la competitividad. ¿Cuál? La más trivial de las tres: la de elegir gerentes para el PAN por votación abierta en lo nacional y en los estados.

El partido naufraga en credibilidad ante al electorado, pero decide usar sus asambleas para mirarse al ombligo abordando temas menores. Lo hace, además, bajo un enfoque incomprensible.

"Estamos a punto de lograr el mayor cambio de nuestra vida interna", dijo Gustavo Madero hace días, cambiar "esa lógica de que el PAN era conducido por notables".

La declaración -el pleito con los notables- es una radiografía del extraño cableado que se aloja en la cabeza del sucesor de Adolfo Christlieb, Luis H. Álvarez y Carlos Castillo Peraza.

Para la Real Academia, el notable es el "digno de nota, atención", "grande", "sobresaliente".

Los antónimos de notable, es decir, los adjetivos que suponemos caracterizan a aquellos a quienes Madero quiere entregarles la conquista del PAN, son "insignificante", "mediocre" y...

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