México Channel / Corre maratones el río Bravo

AutorHarry Möller

Fotos: Harry Möller

Cuando el río Grande llega a México, ya trae andados mil kilómetros desde sus fuentes en Colorado, Estados Unidos.

En Ciudad Juárez, aburrido del nombre, lo cambia: ahora se llama Bravo, y sigue su camino: otros 2 mil kilómetros hasta el Golfo, para ser el más largo del País y el cuarto de América (tras el Mississippi, el Amazonas y el Paraná).

Todo eso, aprendido en la escuela primaria y olvidado en la memoria, es poca cosa ante el tamaño de lo desconocido que guarda la ribera mexicana de este río, descomunal escaparate de 2 mil 100 kilómetros.

Alguna vez fue un bronco y rugidor torrente que destruía pueblos, puentes y cultivos; hoy lo han amansado tres grandes presas: la Elephant Butte en Nuevo México, la de La Amistad (el cuarto embalse más grande del mundo) y la Falcón.

A eso se debe que al decirse río Bravo acudan a la mente las imágenes de un pobre río que puede vadearse aun sin saber nadar. Engañosa apariencia.

A pesar de todo, hay unos 600 kilómetros, aguas abajo de Ojinaga, donde el río es muy caudaloso y violento; furioso por verse encajonado entre acantilados murallones de 300 metros de altura, revienta sus aguas contra las rocas del cauce y forma temibles rápidos que han labrado en la piedra portentosos cañones de majestuosa belleza. De esa talla son los de Mariscal, del Carmen, y Santa Elena.

En Boquillas del Carmen, Coahuila, es frecuente ver largos grupos de excursionistas americanos a caballo, que han cruzado el río para ascender a las montañas de la Sierra del Carmen y sus formidables paisajes boscosos rebosantes de prodigios naturales.

Desde sus alturas disfrutan de la inolvidable vista del cañón de Boquillas en una perspectiva sumamente interesante; esos turistas proceden del Parque Nacional Big Bend, Texas, que recibe anualmente 100 mil visitantes a pesar de ser un desolado desierto.

Como anécdota personal, permítaseme referir que el día en que llegamos a Boquillas mi esposa y yo, era urgente disponer de aceite para reponer el que derramaba mi "vocho" con el cárter roto por una piedra en los 80 kilómetros de infernal terracería desde Múzquiz.

Boquillas es frontera sin agentes aduanales ni migratorios, ¿para qué, si ni puente hay? Se nos informó que al otro lado del río había una estación de servicio donde conseguiríamos el aceite. Pero, ¿cómo cruzar sin puente?

"Ustedes no se apuren, que entre todos lo pushamos".

Y felizmente así fue, aunque nada fácil, pues el río tiene aquí 80 metros de ancho y un...

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