Mexicar / Odio al intermediario

AutorEnrique Canales

Muchos atorones de nuestra economía se deben a que todavía no entendemos que el productor debe aprender a competir libremente o dedicarse a otra cosa, el gobierno no puede ser intermediario ni meter mano populista en la economía y el consumidor debe aprender a trabajar, ser útil, comprar y pagar. La receta es simple, pero las malas costumbres siguen con nosotros.

¿Qué hace el intermediario para ganar dinero? Hace lo que los demás no están dispuestos a hacer y que es necesario hacer para que una variedad de mercancías nos la pongan a la distancia de la mano. Sin embargo, percibo entre los líderes populistas un odio al intermediario, al que culpan de los precios altos a los consumidores y de los precios bajos a los productores.

Como el gobierno esconde los costos, ¿cuánto cuesta un mercado de abastos?, ¿cuánto cuesta un arancel?, ¿cuánto cuesta un subsidio al campo?, ¿cuánto cuesta organizar a los campesinos? Entonces se engaña a la población al intentar ayudar al productor y eliminar al intermediario. Todo lo que hace el intermediario lo tiene que hacer alguien y también le cuesta, a menos que alguien lo haga sin cobrar su tiempo y de nuevo los costos se esconden.

El 6 de enero, por ejemplo, se anunció un convenio entre tres millones de productores afiliados a la CNC y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (ANTAD), donde se encuentran Soriana, Comercial Mexicana y Gigante, más mil 200 tiendas. López Obrador se comprometió a darles paso a los de la CNC en sus mercados de abastos y los productores se comprometieron a subir la calidad, cantidad, empaque y transportación. En toda esta negociación se notaba un odio al intermediario. Pero es el intermediario el que muchas veces financia, cuida la calidad de lo que compra, la cantidad, el empaque, y se encarga del almacén y la transportación. Todo esto se tiene que seguir haciendo.

En fin, tenemos una fobia frente a los mecanismos del mercado, que en vez de hacerlos fluidos, los queremos eliminar con soluciones más caras que nos mantienen más tiempo atascados en nuestra pobreza. Una sociedad liberal cuida al ciudadano consumidor uno a uno y fomenta la competencia. En cambio una sociedad populista protege a cualquier grupo sin importar si las medidas son a la larga muy perjudiciales para todos. Lo malo es: a) eliminar a la competencia libre; y b) distorsionar los costos naturales. Toda protección es hermosa, pero al esconderse los costos se crea confusión, desinversión, y se genera la...

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