La medicina, su ministerio

AutorAntonio Bertrán

A sus 90 años, la dermatóloga Obdulia Rodríguez confiesa orgullosa: "Nunca he gastado cinco centavos en una crema para la cara". Sólo usa jabón de tocador -Camay, por si alguien quiere el secreto de su buen aspecto- con el que incluso lava su corto cabello gris, peinado sin mayores afeites con una raya de lado izquierdo.

Lo suyo no es la cosmetología, que considera una "parte pequeña de la dermatología"; lo suyo es una subespecialidad que aún hoy está perseguida por prejuicios históricos y la ignorancia popular: la leprología.

"La lepra es la menos contagiosa de las enfermedades transmisibles", es su divisa desde que en 1946 inició su relación con el entonces Dispensario Antileproso Dr. Ladislao de la Pascua, hoy Centro Dermatológico Dr. Ladislao de la Pascua, que llegó a dirigir durante 25 años y al que sigue acudiendo diariamente en su silla de ruedas -a pesar de que está jubilada- para dar algunas consultas, impartir clases a los residentes y ejercer su cargo como asesora de la dirección.

"Toda persona que adquiere un conocimiento, también adquiere la responsabilidad de transmitirlo", cree.

Soltera y sin parientes cercanos, la doctora Rodríguez asegura que nunca ha conocido la soledad. Mantenerse activa y lúcida lo atribuye a que tiene una "vida muy llena" y nunca está quieta. Asume con naturalidad que el medicamento que tomaba para la artritis le afectó la audición y ahora usa un discreto aparato en la oreja derecha.

De confesión católica con una "fe grande en Dios", la incomoda la palabra caridad, pero se indigna con la explotación económica que algunos médicos hacen de los enfermos. "Por lo menos, Señor, yo de eso no tendré que darte cuentas", se dice en su fuero interno.

A la ex profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM todavía le eriza la piel recibir a un paciente con un melanoma maligno, un tumor avanzado que, de haber sido tratado a tiempo, se habría resuelto sin consecuencias mortales.

En su pequeña oficina, contigua a la del director del Centro Pascua, hay sólo dos imágenes: el rostro de la Guadalupana en el librero -"soy mexicana y la mayoría de los mexicanos somos guadalupanos"- y, sobre el escritorio, un recorte de periódico enmarcado del momento en que el Secretario de Salud Julio Frenk le entregó la Condecoración Doctor Eduardo Liceaga, que en 2003 otorgó por primera vez a una mujer el Consejo de Salud General de México. Ni en ese momento de reconocimiento a una vida de servicio, la sobria médica muestra una sonrisa. "No soy acogedora, pero cuando pude ayudar en algo creo haberlo hecho".

Sobre otros honores como el Premio a la Excelencia Médica (2000), el doctorado Honoris Causa de la Universidad Panamericana...

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