Mauricio González / ¿Y ahora qué sigue?

AutorMauricio González

Un problema de adjudicarse tareas cuando no corresponde es que a la hora de los reclamos se dificulta evadir las responsabilidades.

De acuerdo con la medición de opinión pública más reciente de GEA-ISA, uno de cada tres mexicanos estima que la situación económica del País empeorará en los próximos 12 meses.

Ya he comentado en este espacio que la estrategia oficial para reactivar la economía en 2014 descansaba fundamentalmente en acelerar el gasto público en todas sus facetas.

El gasto público adicional autorizado en el Presupuesto de Egresos de la Federación de este año es de 340 mil millones de pesos. Simultáneamente, en la Ley de Ingresos de la Federación se aprobó incrementar los impuestos a fin de obtener una recaudación adicional de aproximadamente 177 mil millones de pesos.

Dado que el aumento previsto del gasto público es mayor a los recursos que el Gobierno estima extraer a los particulares en forma de impuestos, la economía debería de experimentar una inyección neta de recursos de aproximadamente 163 mil millones de pesos, equivalentes a 1 por ciento del PIB, en el transcurso de este año.

En las esferas de poder donde se diseñan estas cosas seguramente se pensó que con ello se animaría la demanda de bienes y servicios y se lograría un crecimiento del PIB de 3.9 por ciento, tasa más del triple de la observada en 2013.

El Gobierno ha seguido su guion al pie de la letra, y en el primer bimestre del año aumentó su gasto total en 103 mil millones de pesos (65 mil el operativo y 35 mil el de inversión), en tanto que la recaudación tributaria adicional les restó poder de compra a los particulares por 38 mil millones.

La diferencia implicó un impulso gubernamental a la economía de 65 mil millones en términos netos, equivalente a 39 por ciento de la meta total anual.

En lo personal, considero que el Gobierno no está mejor equipado para gastarse el dinero de los particulares que los propios particulares. El gasto público está cada vez más plagado de desperdicio y corrupción (Oceanografía y la Línea 12 del Metro son los ejemplos más recientes) aunque, independientemente de estas consideraciones, aún tiene el tamaño para estimular (o desestimular, como...

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