Luis Rubio/ ¿Hacia dónde?

AutorLuis Rubio

La idea del crecimiento económico es nueva. Hasta hace un par de siglos, las economías de los países permanecían esencialmente estancadas por décadas. Pero, desde que se inventó la política económica, ésta ha sido orientada a generar crecimiento económico. Sin embargo, a pesar de que existe una infinidad de estudios sobre el tema, no hay un consenso absoluto sobre cómo lograr un crecimiento sostenido por largos periodos de tiempo.

Por supuesto, muchos de los componentes que se incorporan en la política económica son de sobra conocidos; sin embargo, cada país ha tenido que encontrar la combinación adecuada a sus circunstancias. Esto explica por qué algunos países de nuestro continente, siguiendo la lógica impuesta por la CEPAL, procedieron a cerrar sus economías, proteger la planta productiva y confiar en que una combinación idónea de protección y subsidios lograría la magia del crecimiento. Otras naciones siguieron la lógica liberal de la competencia y la del libre comercio para el bien de los consumidores. En el fondo, en este punto reside la diferencia implícita en la estrategia que persiguen quienes propugnan por una economía cerrada o semi cerrada, y quienes abogan por una economía abierta: en la primera, el gobierno tiene un amplio margen de maniobra, mismo que emplea para promover sectores y actividades de su preferencia, pero siempre centrando sus prioridades en los productores. En cambio, una economía abierta parte del principio de que los ciudadanos, en su calidad de consumidores, son adultos y, por lo tanto, capaces de decidir por sí mismos.

En su esencia, la política económica de apertura y liberalización propone enfrentar el problema de la pobreza y la desigualdad por medio de la dotación de capital humano a la población. En concepto, este planteamiento es absolutamente congruente, ya que parte del principio de que las personas tienen que decidir por sí mismas (pues el mundo gira en torno al consumidor) pero que, para poder ejercer esa capacidad de decisión, primero tiene que existir el conocimiento, la comprensión de la problemática general y específica y, sobre todo, las capacidades básicas -salud y educación- que establezcan condiciones mínimas de equidad entre todos los habitantes del país. Una población sana y educada puede decidir por sí misma y actuar en consecuencia. Sin embargo, esa dotación de capital humano sólo es factible en la medida en que el país adopte una estrategia única y congruente al respecto pues, de lo...

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