Luis Rubio / Nuevo Jefe de Estado

AutorLuis Rubio

En su extraordinaria crónica sobre el Gobierno de Menem en Argentina, El Octavo Círculo, Cerrutti y Ciancaglini relatan el siguiente intercambio: "'¿Los menús son siempre iguales?', preguntó el asistente de Menem al chef de la casa presidencial argentina. 'Los menús cambian, los Presidentes cambian. Lo que nunca cambia son los invitados a cenar', respondió el cocinero presidencial". Así parece ser nuestra historia. Cambia el contexto, pero lo esencial siempre queda: se aprueban ambiciosas legislaciones, pero sin el menor ánimo de que se modifique la realidad. El costo de eso está a la vista.

La primera ola reformadora, en los ochenta, buscaba formas de dinamizar la economía para lograr elevadas -y sostenibles- tasas de crecimiento (esas que desaparecieron desde el inicio de los setenta), pero sin alterar el statu quo político, o sea, sin poner en riesgo los negocios, intereses y fuentes de poder de la todavía entonces llamada "familia revolucionaria".

Esa lógica procreó reformas incompletas, incapaces de lograr los objetivos propuestos. El resultado fue mejorías parciales, pero no la prometida transformación. El descrédito de la clase política fue ganado a pulso.

Treinta años después, la racionalidad del Gobierno actual en sus reformas no fue muy distinta. Las nuevas reformas, algunas -sobre todo la de energía- son de enorme trascendencia y potencial, sin embargo, siguen siendo propuestas concebidas para mejorar la economía sin alterar la forma en que se deciden las cosas y, por lo tanto, sin poder conferirle certeza y predictibilidad a la ciudadanía y a los agentes económicos. Es esa dicotomía la que fue exhibida por Trump en estos meses.

Lo fundamental no lo hemos resuelto. A un cuarto de siglo de la negociación del TLC, no hemos tenido la capacidad de crear las instituciones que pudieran satisfacer en México la función clave que el TLC representa para los inversionistas: una fuente de certidumbre y estabilidad para las empresas, pero también para la sociedad en su conjunto. Es decir, en lugar de convertir al TLC en una palanca para el desarrollo del País incorporando en su lógica a toda la sociedad, aislamos ese espacio de los vaivenes cotidianos. Ahora, en un entorno de enorme vulnerabilidad originada en el exterior, resulta evidente que no contamos con instituciones que sirvan de contrapeso al Gobierno, causa de la enorme...

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