Juan Villoro / Inconvenientes de tener cara

AutorJuan Villoro

Una vez más las insignes páginas del New York Times revelan que la vida privada es francamente temible, entre otras cosas porque se ha vuelto pública.

Aparte de aportarnos indudables beneficios, la realidad virtual nos somete a una rigurosa vigilancia. Hace décadas, una optimista compañía de detergentes invitaba a la población a instalar un "Acapulco en la azotea". Mientras el eficaz jabón para ropa trabajaba por su cuenta, la familia podía asolearse en el traje de baño de su predilección. Hoy en día esa tribu no sólo estaría bajo el sol, sino bajo el escrutinio de Google Earth. Alguien nos observa en cualquier parte.

Esto se extiende a internet, donde de pronto te ofrecen casarte con una rusa o ahorrar una fortuna en la compra de 50 litros de whisky. De algún modo, has dejado pistas en la red de que no eres indiferente a las rusas ni al whisky. Pero no sólo las empresas tratan de averiguar las recónditas preferencias de sus clientes potenciales. El caso Snowden revela que líderes del "mundo libre" dan por sentado que los ciudadanos deben someterse a supervisión de ratones de laboratorio. ¿Llegará el momento en que debamos dormir con la luz encendida para permitir que las cámaras del Gobierno nos filmen?

Ya estamos en la mira y el asunto puede empeorar. De acuerdo con el New York Times, la empresa FaceFirst ha diseñado una tecnología que permite clasificar facialmente a los seres humanos. En el siglo 19, Cesare Lombroso creó una tipología para reconocer a los delincuentes por sus orejas o sus pómulos. De acuerdo con el criminólogo italiano, el mal se debe a razones genéticas: la forma de la barbilla delata si querías asaltar un banco o una dulcería.

El invento de FaceFirst no se basa en el determinismo fisiológico, sino en la conducta. Asocia las facciones de los clientes con su comportamiento previo. "¿Dónde he visto esas cejas?", nos preguntamos de repente. Lo mismo hace la computadora de FaceFirst, con la diferencia de que en pocos segundos las vincula con el récord comercial del cliente. Esta tecnología pretende detectar hábitos extremos -el robo y el derroche- para reforzar dos actividades imprescindibles de la sociedad de consumo: los arrestos y las ofertas. Al distinguir el lunar de la sospecha o el mentón del dispendio, los empleados de la tienda podrían llamar a la policía o brindar...

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