Jesús Silva-Herzog Márquez / Votos y reglas

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

El País se va a incendiar si no se deja en paz a Andrés Manuel López Obrador. Ése es, abierto u oculto, el mensaje del Partido de la Revolución Democrática. Lo ha dicho con todas sus letras su dirigente nacional: la explosión social será inevitable si no se detiene el proceso en contra del Alcalde del Distrito Federal. Lo dice igualmente algún gobernador perredista: la paz social peligra si se sigue caminando por la línea de la legalidad. Si no se quiere incendiar a la nación, es indispensable parar de tajo el proceso de desafuero contra López Obrador. No importa cómo se detenga este proceso, lo que cuenta es remover de una buena vez, los obstáculos que se han colocado frente a la candidatura del gobernante de la Capital.

En una expresión aberrante, el "candidato ciudadano" dijo que a López Obrador había que detenerlo a la buena o a la mala. Inaceptable forma de conducir la competencia política. Pues bien, los perredistas repiten la consigna: al tabasqueño hay que salvarlo a la buena o a la mala.

La amenaza de los perredistas no es nueva. En realidad, nuestra memoria reciente está repleta de esas fanfarronadas. Es la voz del priismo que intimida con la inestabilidad si se impone la impertinente aritmética del voto. Es Fidel Velázquez diciendo que a balazos llegaron y sólo a balazos se irán. Son los dinosaurios gritando que el País se venderá a los Estados Unidos si pierde el PRI. Son los dueños de la experiencia advirtiendo que, sin ellos, el País caerá en el hoyo de la ingobernabilidad.

Si no somos nosotros, será el desastre, amenazaban los priistas, hace unos cuantos años. Si no soy yo, será el desastre, amenaza hoy Andrés Manuel López Obrador, el redentor de los pobres, el combatiente de las fuerzas oscuras, el héroe de la valiente honestidad. Y el PRD, con toda docilidad, le sigue la pista. Si no es el nuestro, será el desastre.

La estructura del chantaje es idéntica. Proviene de la misma suficiencia: ambos sujetos están convencidos de ser la expresión auténtica de la voluntad profunda de México. Aceptarán que hay otras voluntades, pero están convencidos de que aquéllos no son la voluntad profunda del País. Podrán existir, pero no expresan la historia de México ni son capaces de descifrar el proyecto nacional (así lo llaman). Son reaccionarios, decían los priistas desde su maniqueísmo histórico. Son las fuerzas oscuras dice López Obrador, desde su primitivo fanatismo.

Por eso amenazan: porque están convencidos de que su fuerza y su...

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